CARLOS HERRERA
La nota distintiva de la Edad Media fue la dispersión del poder en infinidad de reinos y feudos pequeños. Sólo la iglesia preservaba un poder aglutinador en toda Europa y aunque era temida y gozaba de gran influencia, la ley y la voluntad política que se aplicaba en la gran mayoría de las regiones era la de la autoridad local (señores feudales, obispos,etc.) en detrimento casi siempre de lo que las leyes formales establecían.
Pues bien, puede que la comparación con lo que pasa hoy en Bolivia parezca caprichosa y excesiva, pero si se mira con cuidado lo que en verdad ocurre en nuestro país, el parecido es sorprendente. Y es que estos nacionalismos populistas criollos, que parecen tener la mano fuerte y responder a un plan y una moral única y centralizada, en realidad no son tales. Es decir, que si bien el jefe de gobierno tiene gran poder político (pues puede acabar con la oposición política judicializando la persecución, inclusive) en realidad gobierna con lenidad hacia adentro, esto es, que en la miríada de instituciones estatales en general se hace lo que manda el capricho y el oportunismo de los que detentan tal poder.
Veamos si esto es así mirando un poco el entorno. ¿Tiene ud. confianza en la Fiscalía?. Es decir ¿Cree ud. que si se ve envuelto en un lío legal, esta institución le garantiza una actuación objetiva e imparcial en la defensa de sus derechos básicos? ¿Y con la Policía? ¿Se puede contar con ella para la protección de las personas, es decir, que sus actuaciones e investigaciones sean objetivas, esto es, libres de presiones circunstanciales además de subordinadas a la ley? ¿Y con el Poder Judicial, siente que se aplica la ley como Dios manda? En las instituciones de registro y recaudaciones públicas nacionales ¿ha mejorado la atención con el gobierno nacionalista? ¿Siente usted que en general el Estado marcha hoy mejor que antes? Y si esto no fuera así ¿cree usted que hay alguien a quien quejarse, una institución con el poder de hacer algo efectivo para obligar a cada institución a que cumpla el rol que la ley le asigna?
Y entonces, si la respuesta a lo anterior fuera negativa ¿Por qué pasa esto? ¿Por qué el Poder (cuando gobiernan los nacionalismos populistas autoritarios) en realidad no se fortalece en el buen sentido, sino que se diluye en infinidad de reinos e instituciones, tal y como en la Edad Media?
La explicación es bastante sencilla: pasa así porque no es posible que una sola persona, por más buena voluntad que tenga, pueda controlar toda la estructura estatal. Esto es simplemente imposible. Y por eso el poder se diluye negativamente (cuando el gobierno es de carácter personal, más que legal) porque se crean feudos en las instituciones que encuentran fácil infringir el orden y burlarse de las leyes, en razón de que lo que las liga al Poder central no es la ley, sino el compadrazgo y la complicidad política. Ellos saben que en la medida en la que no se opongan al Poder superior, no tienen que responder por sus actos a nadie.
Y es precisamente por eso que el mundo moderno tiende a la consolidación de los Estados de Derecho democráticos; porque la ley constituye un referente más claro, más accesible, más imparcial, y finalmente responde a un acuerdo de voluntad política infinitamente más democrático. Y esto es lo que explica, también, por qué las democracias están formadas por una inmensa red de instituciones: para democratizar el poder, para acercarlo a la gente, tanto como crear órganos de control y contrapeso mutuo, a los fines de que sea la ley y no la voluntad de una autoridad circunstancial, la que rija el orden social.
Ahora bien ¿Qué pasa en los asuntos de economía e inversión, cuando no es el orden legal constitucional el que rige la vida nacional?. Pues que las grandes inversiones desaparecen, ya que el gran capital sólo corre riesgos calculados (y siempre en lo relativo a problemas de mercado, esto es, costos, competencia, financiamiento, etc.) pero nunca cuando se trata de países que cambian las leyes a capricho. Y esto porque la lógica que mueve toda inversión (aunque esto le parezca un pecado mortal a esa masa tonta de populistas) es la de obtener una ganancia, no la de hacer filantropía. Y si no hay inversión, ya sabemos, no hay empleo y tampoco progreso, porque para mejorar la calidad de vida (esto es, mejorar la educación de los hijos, la salud familiar, el consumo familiar etc.) es clave tener un empleo estable. En otras palabras, es clave que haya un capitalista que gane dinero con sus inversiones (a su propio riesgo, además) porque así surgen los empleos formales y estables. Empleos que se diferencian de los del Estado, digamos también, porque se financian con la venta de bienes y servicios demandados por la gente, no con los impuestos o las recaudaciones nacionales.
Es una ilusión entonces la idea de que los Estados nacionalistas autocráticos son más efectivos para lograr el desarrollo nacional, como para luchar contra la corrupción estatal. La verdad es que son más bien el caldo de cultivo ideal para la corrupción, porque nadie rinde cuentas de nada, no hay un orden de jerarquía institucional que se respete, tal y como en un Estado de Derecho. En otras palabras, en ausencia de una verdadera Democracia Representativa (único régimen de gobierno que posee un diseño para controlar la concentración de Poder en pocas manos) el caos y la arbitrariedad se vuelven la norma cotidiana.
Abogado.