EDUARDO BOWLES

Hoy por hoy, el mayor comprador de gas natural boliviano es Brasil, con mucho margen. De hecho, resulta importante señalar que Bolivia dirige gran parte del flujo de gas natural hacia el vecino país de acuerdo a contratos específicos donde se declara el volumen de venta, los precios y las condiciones pertinentes. Conviene dejar establecido que estos contratos tienen el sello de la estatal brasileña Petrobras y del propio Gobierno brasileño con Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos. Esto quiere decir que la coyuntura histórica y política por la que han atravesado ambos países en la última década, han permitido relaciones comerciales cuya vigencia finalizará en dos años más.



En otras palabras, las relaciones monopolizadas por las estatales de ambos países se han dado en escenarios que ahora sufren un estado de transformación por nuevas condiciones políticas y económicas por las que atraviesa Brasil en los últimos años, sumido no solo en crisis de liderazgo político, sino de profunda controversia económica. Por tales nuevas condiciones y, también, por cierta inseguridad en el cumplimiento del envío de gas por parte de Bolivia, ha surgido un nuevo paradigma en el mercado brasileño del gas. En concreto, del monopolio de Petrobras se está pasando a un rol cada vez menos influyente de ésta y de menor intervención estatal en los nuevos contratos.

Todo indica que el mercado brasileño del gas atraviesa la mayor transformación de su historia, lo que obligará a reconfigurar en el futuro cercano un nuevo escenario con características distintas a las conocidas hasta ahora. Ello debe llevar a una profunda reflexión sobre esta nueva realidad. Las autoridades del Ministerio de Hidrocarburos están obligadas a tomar medidas para enfrentar los nuevos retos y nuevas oportunidades en la oferta del gas natural nacional. Conviene tomar en cuenta no solo los procesos de reforma al sector del gas de Brasil, sino los nuevos marcadores de precios. Además, los nuevos posibles destinatarios del gas nacional y el posible autoabastecimiento brasileño.

En resumidas cuentas, Petrobras ya no tendrá el monopolio del contrato del gas y Bolivia deberá negociar con empresas privadas interesadas en comprar el gas boliviano. Esto significa que otros protagonistas -actores privados- disputarán los espacios que deje la estatal brasileña en el mercado del gas. De nuevo, esto entraña nuevas oportunidades para exportar gas natural si se las aprovecha con criterio y conocimiento. Y, por supuesto, significa nuevos y grandes desafíos para el país, especialmente si los ingresos por la venta de los recursos hidrocarburíferos como el gas, constituyen el pilar de la economía boliviana. Similar escenario se está dando con la República de Argentina.

El panorama obliga a plantearse cuánto mercado habrá para el gas nacional en el Brasil, y en qué condiciones. Urge buscar la estrategia que permita aprovechar las oportunidades del nuevo mercado brasileño y encarar los retos de un escenario de competencia que involucra aspectos de oferta y demanda, las estrategias comerciales de los nuevos jugadores privados y la evolución de la regulación del propio gas natural. También importa si el país está en condiciones de asegurar el gas que ofrece, garantizar sus propias reservas y apuntalar lo necesario para la prospección, exploración y explotación de nuevos campos. Sin duda, un cúmulo de tareas importantes y urgentes.

Tomado de eldia.com.bo

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