EDUARDO BOWLES 

El sector agropecuario de Santa Cruz cierra con números poco alentadores el 2015 y necesitará varios ajustes si es que el objetivo es no repetir esta realidad, que tiende a empeorar por varios factores, especialmente el climático.

Si bien es cierto que la superficie cultivada en el departamento creció un 1,3 por ciento, cifra que solo enorgullece a los tecnócratas del gobierno, la caída de la productividad, una de las más bajas del continente, es por demás preocupante, pues ronda el 10 por ciento y se ha experimentado especialmente en el sorgo, el arroz y el maíz, reducción que se notará especialmente en cinco productos básicos como el pollo, la leche, el cerdo, el huevo y la carne de res, que dependen directamente de las cosechas usadas como forrajes para los animales.

Pese a los discursos elocuentes y algunas acciones que ha encarado el gobierno, el sector agropecuario sigue acorralado por varias limitaciones que dependen exclusivamente de decisiones que se deben tomar a nivel público.

Las exportaciones agropecuarias permanecen sujetas a prohibiciones y cupos que ahora deben competir además contra precios más competitivos de los países vecinos que han introducido variaciones cambiarias que dejan a nuestros productos en inferioridad de condiciones. Eso se puede ver con facilidad en la invasión de cargas de contrabando que se internan con gran facilidad gracias a la permisividad que funciona en las fronteras.

Uno de los competidores más agresivos es Argentina, donde además de las ventajas cambiarias, las cosechas ahora gozan de la eliminación de los impuestos a las exportaciones y, como factor interno, los agricultores utilizan semillas transgénicas que dan como resultado cultivos libres de maleza, con menores costos y de mayor calidad frente a nuestros métodos tradicionales.

La única respuesta frente a estos elementos es la ampliación de la frontera agropecuaria con la autorización de nuevos desmontes, un arma de doble filo que trae ciertas mejoras, pero que atenta contra la sostenibilidad del sector, que ahora más que nunca requiere de la introducción de tecnología que ayude a mejorar los rendimientos y bajar los costos.

Como factores coyunturales, el agro ha tenido que enfrentar medidas como el pago del doble aguinaldo, el control de precios, la inseguridad jurídica y la imposición de planes como la reforestación de los campos que incrementa la carga que afrontan los productores.

Por último, el 2016 se presenta poco alentador tomando en cuenta la amenaza de fenómeno de El Niño que ha comenzado a atacar varias regiones y que pronto hará su aparición en nuestros campos con episodios de sequía e inundaciones.

El Estado, que tiene la responsabilidad de asegurar la soberanía alimentaria de la población tiene mucho que ver en la recuperación del sector productivo, estratégico por su gran capacidad en la generación de empleo y por su efecto multiplicador. A diferencia de los recursos extractivos, donde casi todo está sujeto a condicionamientos externos, en el agro sí es posible actuar para cambiar este escenario negativo.

Tomado de eldia.com.bo

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