EDUARDO BOWLES

Pese a todas las vicisitudes climáticas, las prohibiciones y controles de precios, los agropecuarios del oriente aseguran que el 2014 ha sido aceptable y han podido registrar un crecimiento del 8,3 por ciento en la productividad, lo que representa más de un millón de toneladas adicionales respecto de la gestión anterior.

La superficie cultivada ha sido casi igual, es decir 2,4 millones de hectáreas (1,5 por ciento de variación) y en este contexto ha vuelto a ser la soya el producto estrella gracias a su gran capacidad exportadora que consigue copar la mitad del total del área sembrada en el país, con un crecimiento del 4,4 por ciento.

También ha sido un buen año para el trigo, con un incremento del 56 por ciento en la superficie cultivada y la producción de 226 mil toneladas. Según los dirigentes agropecuarios, los avances en este campo se han alcanzado gracias a la introducción de nuevas tecnologías, el uso de material genético de avanzada y el dominio de técnicas modernas que han requerido el aprendizaje de los agricultores bolivianos. El compromiso es lograr el pleno abastecimiento de trigo hasta el año 2024.

Un dato que los líderes del campo celebran es la puesta en marcha de medidas drásticas en contra de los avasallamientos de tierras que han reducido al mínimo los casos. El año pasado habían casi 150 haciendas tomadas por bandas de delincuentes que actuaban con el aval de ciertas organizaciones políticas. En la actualidad, según la Cámara Agropecuaria del Oriente no pasan de diez los predios con problemas de este tipo y el objetivo es llegar a una situación de tolerancia cero.

¿Qué se puede hacer para avanzar y lograr el objetivo propuesto de llegar a las diez millones de hectáreas, la seguridad alimentaria sin amenazas y el incremento de las exportaciones? Se trata de las mismas demandas de los últimos años, es decir, seguridad jurídica, transparencia en el derecho propietario, eliminación de las amenazas hacia la propiedad privada, reglas claras en la producción y comercialización de los productos y la despolitización de las medidas relacionadas con el sector agropecuario, que requieren un tratamiento netamente técnico.

Además de estos desafíos relacionados con la política agropecuaria que ha manejado con mucha fuerza el Gobierno y en medio de mucha polémica y sobradas contradicciones, se necesita también dar el gran salto hacia la tecnología en materia genética. Bolivia es uno de los países con menor productividad en los diferentes cultivos, porque sigue manejando las semillas convencionales, que además obligan al uso de mayor cantidad de agroquímicos, insecticidas y que exponen a las plantaciones a plagas que no atacan a los productos transgénicos.

Los transgénicos han sido desmitificados totalmente, incluso por aquellos científicos que dedicaron toda una vida a atacarlos sin ningún tipo de evidencia real y comprobable. Este tipo de material es usado por casi todos nuestros vecinos, con rendimientos que dejan muy lejos a nuestros campos, que además enfrentan otras desventajas como el transporte y la excesiva burocracia estatal. Si Bolivia quiere alcanzar niveles de modernidad en el agro, debe dar este paso, de lo contrario jamás podrá eliminar las amenazas.

Tomado de eldia.com.bo 

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