EDUARDO BOWLES
El Gobierno ha abandonado la tesis del blindaje y aunque de forma muy tenue, ha comenzado a reconocer que las cosas no andan bien en materia económica. Faltaba más, con una reducción de casi 4.500 millones de dólares de ingresos y una caída de dos mil millones en las reservas, cualquiera se daría cuenta que la situación es complicada.
Habría que advertirle a las autoridades que la tendencia continuará en descenso y que en los próximos dos años, la merma de los ingresos por la venta de gas podría llegar al 50 por ciento; eso porque el precio del petróleo continúa bajando y se encamina hacia los 20 dólares.
Lamentablemente, Bolivia no tiene demasiadas opciones. Por más que tuviéramos ministros que manejen mucho más que una buena contabilidad, el aparato productivo nacional es extremadamente dependiente de las exportaciones de hidrocarburos, fenómeno que se ha agudizado en los últimos años y que demuestra que los conductores económicos se han conformado con aplicar trucos monetarios para decir que todo marcha bien.
En el año 2000 apenas un 18 por ciento del Producto Bruto Interno dependía de las exportaciones de hidrocarburos y en la actualidad esa cifra representa el 47 por ciento, lo que nos pone en una situación de extrema fragilidad. Nadie se explica cómo es que se inventaron el cuento de la “economía Robocop”; no hay por dónde.
El hecho es que tarde, pero ya se está hablando de apretar los cinturones, revisar los presupuestos, achicar los gastos y pedir auxilio a la Cepal, al BID y a la CAF para que brinden asesoramiento sobre cómo administrar un país con el petróleo barato. Se suponía que el “proceso de cambio” le estaba dando cátedra a los neoliberales sobre manejo económico y ahora se dan cuenta que en época de bonanza no hay ciencia que valga; el truco está en saber gestionar la escasez.
Ha costado mucho que se den cuenta y ahora habrá que esperar que pasen del dicho al hecho, lo que seguramente costará, requerirá valor y una buena dosis de liderazgo, que supuestamente les sobra.
Como decíamos, en materia productiva, en cuanto a expansión de la economía y diversificación no hay muchas opciones y es mejor no azuzarlos, porque luego se les ocurrirá recurrir al estatismo, a la creación de empresas públicas, al gasto y las obras faraónicas, cuando la idea es ahorrar, cuidar y eliminar. Ojalá se den cuenta que el Dakar no es viable en esta situación y procedan como lo hizo Chile y Perú; que es mejor desistir de esas plantas supermillonarias que están construyendo por todos lados y que solo van a generar más que pérdidas; que le pongan freno a los palacios, los museos, los viajes, los préstamos chinos, los trenes eléctricos, las cumbres, los coliseos y las canchitas. Que pare de una vez el proselitismo, los viáticos, las tarimas, los acarreos, las transmisiones televisivas, la propaganda, los fideicomisos, las compras directas y todo el inmenso derroche que se ha comido casi 150 mil millones de dólares en los últimos diez años.
Tomado de eldia.com.bo