EDUARDO BOWLES 

Habría que preguntarle al Gobierno qué pasó con el préstamo de siete mil millones de dólares que hizo el Gobierno chino hace un año. Tal vez puedan rendir cuentas de los más de cinco mil millones de dólares de las reservas internacionales que se esfumaron en los últimos dos años. En realidad, a estas alturas valdría la pena hacer un balance de los 17 mil millones de dólares de deuda que ha acumulado Bolivia en la última década, la de mayor bonanza de la historia. Es más, los bolivianos merecen una respuesta coherente de los más de 150 mil millones de dólares que manejó este régimen desde que llegó al poder en 2006.

Estos cuestionamientos surgen ahora que sorpresivamente y sin consultar a nadie, el Gobierno decide colocar mil millones de dólares de “bonos soberanos” en los mercados capitalistas, lo que en otras palabras significa incrementar la deuda, con un interés del 4,6 por ciento, muy por encima de lo que cobran los organismos crediticios internacionales, cuyas tasas bordean el 3 por ciento.

Esta noticia activa las alarmas de los analistas económicos, que han advertido que el monto de la deuda boliviana, que para ellos no se justifica por el inmenso volumen de ingresos que ha tenido nuestro país, ha sobrepasado el 40 por ciento del Producto Bruto Interno, fenómeno que comienza a ser insano para las finanzas públicas que desde hace dos años enfrenta un déficit fiscal preocupante, sin mencionar que la balanza comercial sigue cayendo por la drástica reducción de nuestras exportaciones.

Pero esas noticias parecen no hacer mella en la actitud derrochadora del Gobierno. El presidente Morales asegura tener la propuesta de cientos de organismos que le ofrecen dinero a raudales y cree que en los próximos años podría conseguir tres mil millones de dólares más para seguir invirtiendo en diferentes obras.

Por eso mismo es que, antes de que llegue semejante cantidad de dinero, el país debata sobre el impacto que ha tenido todo el torrente de dólares que ha corrido en este tiempo. ¿Cuál ha sido el retorno de las inversiones? ¿Vamos a seguir invirtiendo en aeropuertos que no se usan, en fábricas que solo producen pérdidas, en proyectos que no funcionan, en emprendimientos inviables, en museos, moles de cemento y en miles de obras decorativas que se han hecho en los municipios, donde la pobreza sigue siendo la misma y los pobladores continúan con sus problemas intactos?

Las autoridades no dejan de mencionar la agenda patriótica que aspira a invertir más de 50 mil millones de dólares hasta el año 2025, en proyectos, que a juzgar por sus impulsores, van a transformar la estructura productiva del país, con una altísima incidencia en la calidad de vida de los bolivianos. En el papel todo resulta muy convincente pero en los hechos, los millones terminan perdiéndose en una marejada que amenaza con sumir al país en una crisis que a este paso podría resultar más grave de lo previsto.

Tomado de eldia.com.bo

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