EDUARDO BOWLES
Durante los últimos años hemos venido ocupando los puestos menos honrosos en un ranking de países donde es más complicado pagar impuestos, debido a la cantidad de pasos, trámites y recovecos burocráticos que se han que seguir para cumplir con las obligaciones tributarias. Un reciente informe publicado por el portal PanAmPost con la elaboración de un especialista español, califica a Bolivia como un “infierno impositivo” y lo ubicó en el primer lugar del continente respecto a las exigencias a las empresas y los ciudadanos.
Este estudio apenas viene a corroborar lo que internamente se ha denominado “hiper-fiscalización” y que ha provocado un movimiento de pequeñas y medianas empresas que exigen al Gobierno frenar la hostilidad hacia el sector formal de la economía, que contrasta con el trato preferencial que reciben los informales, entre ellos los productores y comercializadores de coca, quienes simplemente deciden no pagar impuestos y lo cantan a viva voz.
De acuerdo a la investigación realizada, en Bolivia se aplica a los ciudadanos el mayor peso tributario del continente y en el otro extremo se encuentran Uruguay, Costa Rica y Chile, países con un superior desarrollo económico y social. Esto muestra perfectamente que entregarle dinero al Estado no siempre es sinónimo de progreso, pues el exceso de carga impositiva desalienta el trabajo, la inversión y los emprendimientos, mientras que fomenta la defraudación y alienta a los productores a trasladarse a la informalidad, que en nuestro país alcanza casi el 80 por ciento de la economía.
En cuanto a la “presión fiscal”, es decir, el ingreso impositivo dividido por el Producto Bruto Interno (PIB), Bolivia ocupa el primer lugar de exigencia de recaudación, junto a Argentina y Ecuador.
También existe otro indicador creado en Inglaterra que mide la presión fiscal combinado con el esfuerzo fiscal. Analiza el nivel de riqueza de los países, pues no es lo mismo recaudar en un país pobre que una nación de mayor desarrollo. En este índice que en cierta forma mide la proporcionalidad o el nivel de justicia que hay en los impuestos, Bolivia también está en el primer lugar de exigencia, junto con Nicaragua y Honduras, otra vez, naciones que “brillan” por la pobreza y la marginalidad.
En Bolivia, donde la renta per cápita es de tres mil dólares anuales, el “esfuerzo fiscal” exigido a los ciudadanos y las empresas es del 37,7 por ciento del PIB, mientras que países mejores posicionados como Costa Rica, Chile y Uruguay, este porcentaje es de menos del 20 por ciento, con ingresos per cápita que superan los diez mil dólares y los 15 mil dólares en el caso uruguayo.
El tercer ejemplo de este “infierno” lo muestra la comparación del gasto público con el PIB per cápita y de acuerdo a este indicador, Bolivia también figura a la cabeza, demostrando así un Estado excesivamente abultado y derrochador, en comparación con una población de bajos ingresos.
Tomado de eldia.com.bo