Por qué se jodió Chile... y cómo rescatarlo
AXEL KAISER
Cualquier intento por rescatar a Chile del pantano tercermundista en el que se está hundiendo pasa necesariamente por tener un diagnóstico adecuado acerca de las causas que lo han llevado a la crisis actual. Por su puesto, los factores son múltiples, pero si hubiera que llegar al núcleo del mal que nos aqueja, no podemos evadir el hecho de que este es, ante todo, de origen intelectual. Se trata de la tradicional derrota ideológica de una centroderecha política, económica y empresarial que cayó en la fatal ignorancia de no entender que, como advirtió tantas veces Friedrich Hayek, son las ideas aquello que define el curso de la evolución social de las naciones. Una centroizquierda que jamás creyó realmente en el sistema de libre mercado, pero que lo abrazó porque entendió su utilidad, fue tan responsable del hundimiento del país como la centroderecha.
Incentivos tributarios para la reactivación y el emprendimiento
HENRY OPORTO
Se conoce ya el alcance del decreto de incentivos tributarios, una norma muy esperada por el empresariado y los emprendedores. La nueva disposición complementa las medidas del decreto de reactivación del 23 de junio, y forma parte del Programa de Reactivación del Empleo (PRE), diseñado para impulsar la recuperación económica en este segundo semestre del año. Si el decreto del PRE crea varias herramientas financieras para inyectar recursos y capital de operaciones en las empresas, este nuevo decreto tributario crea un marco de políticas fiscales para aliviar la carga financiera de los contribuyentes y, a la vez, para facilitar y reducir el costo de la vuelta a la actividad económica y la retoma de proyectos de inversión.
Entre los incentivos destaca el reconocimiento como crédito fiscal del IVA, el originado por las compras de alimentos, adquisición de insumos de bioseguridad y medicamentos, contrataciones de servicios de salud privados y transporte en el territorio de los empleados dependientes de una empresa. Asimismo, se reconoce como pago a cuenta del IVA el cincuenta por ciento (50%) de las contribuciones patronales pagadas por un empleador por salarios o sueldos de sus empleados. Esta medida reduce el costo laboral de las empresas y protege el empleo.
Por otra parte, se reconoce como gasto deducible del Impuesto a la Utilidad de las Empresas (IUE) los gastos originados por las compras de alimentos, adquisición de insumos de bioseguridad y medicamentos, contrataciones de servicios de salud privados y transporte en el territorio nacional de los empleados dependientes de una empresa. También se reconoce como gasto deducible del IUE la depreciación acelerada de activos fijos de reciente adquisición. El incentivo reduce a la mitad los años de vida útil establecidos en el Anexo del Artículo 22 del Reglamento del IUE. Estas medidas deben estimular el proceso de inversión, tan necesario para que la economía retome un ritmo de crecimiento.
Genocidio cultural
EDITORAL EL DÍA
En 2001, cuando el régimen del Talibán ordenó la demolición de los famosos Budas de Bamiyán, el mundo occidental se movilizó para impedir semejante genocidio cultural. Se trataba de dos colosales monumentos de más de 1.500 años de antigüedad, construidos por monjes budistas a 230 kilómetros de Kabul (Afganistán), en una zona que formó parte de la antigua ruta de la seda. Más allá del valor religioso, las estatuas de 50 metros de alto representaban una clásica mezcla del arte greco-budista, una obra magistral de ingeniería que había sobrevivido a otros intentos de destrucción y que habían sido restauradas en el Siglo XII.
Mises el pesimista alegre
KRISTOFFER MOUSTEN HANSEN
Ludwig von Mises fue llamado con varios nombres y epítetos en su vida, tanto por sus admiradores como por sus enemigos. Sus amigos y colegas lo apodaron el «Último caballero del liberalismo», mientras que sus críticos lo llamaron epítetos intransigentes, fanáticos y aún menos halagadores.
Recientemente me encontré con otro apodo que el gran austriaco tenía en los años veinte y treinta: el pesimista alegre. Escribiendo a Bettina Greaves en 1974, Karl Menger, el hijo del famoso economista, cuenta cómo se produjo esto:
En los años 1927-36, a menudo me reunía con Mises en casas de amigos comunes. En la segunda mitad de ese período él hizo las predicciones más terribles. (Una vez, me dijeron, una señora después de escucharlo durante media hora se retiró y tuvo que ser consolada.) Todas sus sombrías profecías (más tarde superadas por la realidad) fueron pronunciadas con total ecuanimidad y una constante sonrisa, lo que le valió el apodo de pesimista alegre.
Es fácil entender cómo Mises podía ser pesimista en los años veinte y treinta, mientras Europa descendía rápidamente al infierno del socialismo. Podía explicar casi en tiempo real cómo las políticas de los nazis y los socialistas a los que reemplazaron en el poder llevaron a la destrucción de la civilización y a la guerra mundial. El Gobierno omnipotente de 1944 es quizás su explicación más completa del proceso de destrucción de la civilización alemana, pero vio las mismas tendencias en otros países europeos. Así, en 1940, en el manuscrito que más tarde se publicó con el título de Interventionism: An Economic Analysis, Mises escribió que los nazis habían ganado prácticamente antes de invadir Francia; las políticas de las democracias occidentales eran prácticamente indistinguibles de las de los nacionalsocialistas, y el gobierno francés consideró más importante perseguir a los que se aprovechaban de la guerra que asegurar el adecuado aprovisionamiento del ejército francés.
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