GONZALO VILLEGAS VACAFLOR

Bolivia no necesita una economía mixta. Necesita liberar la economía. El 80% de su población económicamente activa se encuentra en la informalidad o trabaja por cuenta propia. Este dato no es un problema del modelo liberal, sino el resultado de décadas de estatismo asfixiante, trabas burocráticas, persecución fiscal y una cultura de dependencia promovida por el populismo.

En lugar de insistir en modelos fracasados —como el socialismo o la llamada “economía social y comunitaria”—, Bolivia debe avanzar hacia un Estado mínimo: un Estado que se concentre en funciones esenciales como la defensa, la justicia, la seguridad interna descentralizada, la educación primaria, la moneda y las relaciones exteriores. Nada más. El resto debe ser competencia del individuo, del mercado, de la sociedad civil organizada sin coerción estatal.


La informalidad como evidencia del fracaso estatal:
La informalidad no es un accidente ni una maldición cultural: es la consecuencia lógica de un sistema que penaliza al emprendedor, estrangula al formal y recompensa al que evade. La gente elige la informalidad porque el Estado boliviano castiga la legalidad. Las cargas tributarias son absurdas, los trámites interminables, las inspecciones arbitrarias, y la seguridad jurídica inexistente.


“Donde hay libertad económica, hay prosperidad. Donde hay planificación central, hay escasez.”
— Milton Friedman


Un aparato estatal hipertrofiado:
A fines de 2024, Bolivia contaba con 526.955 empleados públicos, equivalentes al 10,06% de la población económicamente activa. En contraste, el sector privado formal empleaba solo a 505.329 personas, y va en descenso. ¿Qué sentido tiene tener más burócratas que trabajadores productivos? El Estado no genera riqueza: la consume.


“El intervencionismo genera incentivos perversos que empujan hacia la ilegalidad.”
— Ludwig von Mises


El mito socialista sin proletariado
Bolivia no tiene proletariado industrial. Tiene comerciantes, gremialistas, transportistas y cuentapropistas que operan por fuera del sistema. ¿Dónde está la clase obrera organizada que Marx consideraba el sujeto histórico de la revolución? No existe. Aquí no hay revolución, hay rebusque. Y el socialismo sin clase obrera es solo demagogia para controlar masas.

“El obrero moderno cae cada vez más por debajo de las condiciones de existencia de su propia clase.”
— Karl Marx

No más economía mixta: libertad económica con Estado limitado:
La economía mixta ha sido el pretexto perfecto para que el Estado invada todos los ámbitos: produce cemento, vende gasolina, importa alimentos, maneja bancos y al mismo tiempo decide quién puede emprender, a quién se le permite exportar o importar, y con qué margen de ganancia. Ese modelo no funciona. Es hora de un cambio de paradigma.

Bolivia no necesita un Estado empresario, ni redistribuidor, ni planificador. Necesita un Estado árbitro, que garantice reglas claras, contratos libres, propiedad privada inviolable, y una moneda estable. Solo así el mercado —ese mecanismo impersonal de coordinación libre— podrá florecer.


“El Estado no debe hacer por el hombre lo que éste pueda hacer por sí mismo.”
— John Stuart Mill

Conclusión
El camino no es el socialismo. Tampoco la economía mixta. El camino es la libertad económica plena con un Estado que se limite a proteger los derechos, garantizar la paz interna y defender al país. Todo lo demás debe ser devuelto a la sociedad: a sus ciudadanos, a sus empresarios, a sus comunidades.
Bolivia debe dejar de intentar construir un castillo estatista sobre un desierto informal. Es tiempo de soltar las cadenas y confiar en la capacidad de la gente para crear, competir y prosperar sin que el Estado los controle ni los castigue.

Tomado de la página oficial de Facebook del autor

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