JUAN ANTONIO MORALES
Una vez más, el viceministro Jaime Durán Chuquimia (Página Siete, 21/11/2016) trata de rebatir un artículo mío, no con razonamientos sino con alusiones personales, a las que tengo por principio no responder. El funcionario perdió el mensaje de mi artículo. No era solamente el acto administrativo (¿aislado?) de comprar muebles importados, del que se ocupó superabundantemente la prensa, sino la ausencia de una política de desarrollo industrial lo que motivó mi crítica.
Comenzando por el tipo de cambio, abogo por un tipo de cambio real competitivo, lo que no le gusta al viceministro. Aparentemente no se ha dado cuenta que la sobrevaluación cambiaria, es decir la pérdida de competitividad de nuestro tipo de cambio, es muy destructiva de la economía y del empleo. Arguye que la competitividad está determinada por el crecimiento de la productividad y no por el tipo de cambio, el argumento más neoliberal (y erróneo) que uno pueda encontrar, aprendido de la Escuela Austríaca de Economía
El tipo de cambio fijo no es incompatible con un tipo de cambio real competitivo, siempre y cuando se lo acompañe con políticas fiscales, monetarias y salariales consistentes, lo que no está ocurriendo. Un tipo de cambio fijo combinado con una política fiscal muy expansionista, con un déficit presupuestado de 7,5% del PIB, con una política salarial también muy expansionista, por lo menos hasta el pasado mes de octubre, pudiera ser letal para la producción nacional, además de hacernos perder reservas internacionales a gran velocidad. La política monetaria, por su parte, está hibernando.
Es cierto que el Gobierno ha emitido sendos decretos para comprar nacional y así consolar a nuestros empresarios. Pero los decretos están siendo aplicados incompletamente por el propio sector público. Una vez más hay una disonancia entre lo que se dice y lo que se hace.
El viceministro no menciona las empresas estatales, a las que criticaba en mi artículo. ¿Será porque está de acuerdo con las críticas? ¿No es EPSAS una buena muestra de lo que está pasando con las empresas estatales? ¿Seguirá la fila de baldes vacíos implorando una salvadora lluvia? En el sector manufacturero, ¿qué pasó con Enatex, la más bella empresa del sector textil y de confección? La bella fue vejada por la ineptitud de sus administradores.
Las encuestas de opinión muestran una preocupación con el empleo, la que había desaparecido del radar en los años de bonanza 2004-2013. Una parte del problema del empleo está ligada a la coyuntura, pero otra parte se debe a la rigidez de nuestra legislación laboral y a los aumentos salariales sin relación con la productividad. Nuestra legislación laboral protege a los que ya están empleados pero desprotege a los que buscan empleo. Debe ser magro consuelo para los que están desempleados o con pequeñas y precarias chambas en el sector informal, que se haya aumentado el salario mínimo y los salarios promedio durante el proceso de cambio.
Los techos a las tasas de interés que están en la Ley de Servicios Financieros, a los que alude el viceministro, tampoco son un incentivo suficiente para el desarrollo industrial. Menos aún lo son las asignaciones sectoriales de crédito entre sectores productivos y no productivos. Esa distinción es medieval, recogida de la Summa Theologica de Santo Tomás de Aquino y no toma en cuenta que la cadena de valor va desde la gestación del proyecto de producción hasta la comercialización del producto. Por otra parte, el clima de negocios (los "espíritus animales” de los que hablaba Keynes) puede ser tan o más importante que la tasa de interés.
Es igualmente importante la inserción internacional. Casi me muero de envidia al ver por la televisión la reunión de APEC en Lima congregando a las economías y líderes más importantes del mundo. Nosotros no estuvimos allí. Nuestro aislacionismo, parecido al de Trump, nos está alejando de donde importa.
Juan Antonio Morales es profesor de la Universidad Católica Boliviana y expresidente del Banco Central de Bolivia.
Tomado de paginasiete.bo