JUAN ANTONIO MORALES

Todo parece indicar que el superciclo de las materias primas está llegando a su fin y la caída de las últimas semanas de los precios de las materias primas no sería sino el preludio de lo que puede venir. Sin embargo, hay que hacer notar que es sumamente difícil efectuar pronósticos de precios futuros. Hay el criterio muy respetado en la profesión económica de que los precios actuales engloban toda la información disponible y que a partir de sus niveles actuales se pueden mover en cualquier sentido, hacia arriba o hacia abajo.
No obstante la sensatez de la posición anterior, no se puede ignorar lo que está pasando en el mundo para nuestras conjeturas.

La economía mundial está bastante frenada y entre los países industriales solamente hay dos, los Estados Unidos y el Reino Unido, que muestran que están respirando bien. Los temores de una recaída en recesión de la zona del Euro y en el Japón se están ampliando. En los países BRICS, que son portaestandartes de los países emergentes, el Brasil, Rusia y África del Sur están en recesión. El crecimiento previsto para este año para la China es de 7,5%, crecimiento por cierto muy respetable; sin embargo, dadas sus vulnerabilidades, la rigidez de sus instituciones económicas y su muy frágil sistema financiero, no es impensable que su tasa de crecimiento caiga a 5% en el futuro inmediato.

La desaceleración de la economía china y la recomposición de su PIB por el lado del gasto desde inversiones y exportaciones hacia consumo de los hogares tendrán previsiblemente implicaciones para su demanda de materias primas, especialmente de metales y de energía. Hay también cambios tecnológicos importantes en la extracción de hidrocarburos, que han aumentado la oferta mundial y están deprimiendo los precios.

Los países muy dependientes de las exportaciones de materias primas como el nuestro tendrán inevitablemente que hacer ajustes. No hay que olvidar que hidrocarburos, metales y soya constituyen 90% del total de nuestras exportaciones. Esas exportaciones han estado experimentando caídas muy importantes, pero aún así sus precios son todavía muy superiores a los del año 2005.

De persistir o acentuarse la caída de precios se producirán problemas para la gestión macroeconómica y hay que estar preparados para situaciones de estrés. No basta con apostar a la buena suerte. La tentación de todos los gobiernos, como nos lo dice el economista australiano Max Corden, es la de suponer que los choques favorables son permanentes y que los desfavorables son pasajeros, pero esto es ,para decir lo menos, imprudente.

La economía nacional tiene fortalezas como las de su alto nivel de reservas internacionales, pero tiene también debilidades que nos pueden causar problemas. Entre ellas está la demasiado rápida expansión del gasto público, con un paquete de inversiones públicas de 6.000 millones de dólares (16% del PIB). Sostener una tasa de crecimiento del PIB superior al 5% será un gran desafío, además con el riesgo de desestabilizar a la inflación.
Los problemas de economía política serán también mayores. Basta mencionar que con la caída de precios, por las reglas de coparticipación el financiamiento de gobernaciones y de municipios puede también sufrir, lo que hará aumentar las presiones para un pacto fiscal con una agravación de la puja distributiva a expensas del gobierno central.

Los efectos sectoriales de un escenario internacional menos benigno que en los últimos ocho años serán los más importantes. La combinación de baja productividad, yacimientos virtualmente agotados y bajos precios será letal para las cooperativas mineras, la pequeña minería y Huanuni. El mismo sector soyero, muy endeudado con el sector bancario, tendrá que encogerse. Por su parte, el sector inmobiliario tiene también muchas vulnerabilidades. Se extremarán las presiones al Gobierno para que cree fondos de sostén y para que obligue a los bancos a reprogramar deudas. El Gobierno tendrá que aprender de los neoliberales a cómo manejar situaciones de crisis.

Juan Antonio es doctor en Ecónomía. Fue presidente del Banco Central.

Tomado de  paginasiete.bo

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