CARLOS MIRANDA

En la historia económica del país informalmente se registran las eras económicas de la plata y del estaño. Ahora le toca al gas natural.
Nuestra era del gas natural comienza en mayo de 1972, con el inicio de su exportación a la República Argentina por contrato a largo plazo (1972-1992).

Esa exportación rápidamente marcó nuestra industria con dos características, que son válidas hasta la fecha. Económicamente el flujo de fondos se convierte en una fuente de ingresos fáciles para el Gobierno de turno. Técnicamente estableció que los yacimientos comerciales de nuestro país son de gas y condensado, con una pequeña fracción de petróleo para refinar como carburantes.

Ese primer contrato fue todo un éxito. Con sus ingresos se logró pagar la indemnización por la nacionalización de la compañía privada (Bolivian Gulf Corp.), que había descubierto el gas que se exportaba. Se canceló en su totalidad el financiamiento necesario para la infraestructura de exportación (plantas y gasoducto). Adicionalmente, el Estado nacional se benefició con más de 4.500 millones de dólares. Por estas razones denominamos los años de este contrato como el primer periodo de nuestra era del gas.

El segundo periodo, que lo estamos viviendo, comenzó con el inicio de las exportaciones de gas a Brasil, en 1999. Esta venta fue incrementada el año 2006 con la firma de dos contratos de suministro de gas a Argentina. Uno de volúmenes firmes y otro interrumpible.
Los contratos con Brasil y con Argentina fenecen el año 2020 y 2027, respectivamente. Así Bolivia se convirtió en el mayor y más antiguo exportador de gas en Latinoamérica.
Los ingresos que se están generando en este periodo son inmensamente mayores que los del anterior. Volúmenes 15 veces mayores (±50 MMm3/d), precios excepcionalmente buenos (±5 veces mayores a los anteriores).

En el último trienio (2010-2013) las exportaciones del país han crecido de 2.000 a 6.000 millones de dólares por año. El gas representa el 60%. Este paso gigantesco ha sido logrado gracias a tres factores: la conversión del recurso gas en reservas comerciales, la existencia de mercado por la necesidad de los países vecinos de contar con gas natural y, finalmente, precios excepcionalmente buenos por la coyuntura económica internacional.

Como estamos vendiendo, el gas con contratos a plazo fijo, cabe preguntarse si tendremos un tercer periodo que se iniciaría a partir de 2020, concluido el actual contrato con Brasil.
¿Existirán mercados accesibles para ser abastecidos con nuestro gas?
¿Tendremos suficientes reservas para abastecerlos? ¿Estarán vigentes precios internacionales convenientes?

El contar con excedentes de gas para exportar en ese próximo futuro depende de la exploración realizada. En repetidas ocasiones hemos manifestado que estamos atrasados.
Los precios internacionales de la energía, de acuerdo con pronósticos, se mantendrán en los niveles actuales hasta mediados del presente siglo.

¿Habrá mercados? También en repetidas ocasiones hemos señalado que sin poder exportar LNG nuestros únicos mercados de significación accesibles son Argentina y Brasil.
Por eso nos llama la atención que en declaraciones oficiales en Polonia, hace dos semanas, se indicara que Bolivia necesita mercados para su gas. La prensa internacional rápidamente recogió la noticia interpretando que el gas boliviano puede llegar a Europa Oriental.
Todos sabemos que eso es imposible.

Sin embargo, el no hacer las aclaraciones necesarias ha dado lugar a la aparición de chistes políticos en Washington, criticando a Obama que su política blanda en Ucrania ocasionaría que intervenga el presidente Morales con gas boliviano para contener el avance del gas ruso, pero que les causaría otros problemas.
Lo racional es pensar que habrá un tercer periodo. En el peor de los casos estaremos produciendo gas para nuestro mercado interno, que ya no es tan despreciable, y como abastecedores marginales de Argentina y Brasil.

Carlos Miranda Pacheco
es ingeniero y analista energético.

Tomado de paginasiete.bo

Pin It