CARLOS MIRANDA
La caída de precios del petróleo ha tenido un especial impacto en las petroleras estatales latinoamericanas.
La política energética populista de los Kirchner ha convertido a Argentina en un neto importador de hidrocarburos. A postrimerías de su mandato, la señora Kirchner ha intentado revitalizar YPF y buscar el autoabastecimiento con la explotación de petróleo y gas de lutitas. En primera instancia los precios bajos aliviaron la cuenta en moneda dura por importaciones, pero por los precios bajos a boca de pozo, tarifas de transporte y precios al consumidor en un país que estaba en default, la posibilidad de lograr inversiones y autoabastecimiento fue lejana. Lo es aún con la política del nuevo Gobierno que con grandes dificultades está tratando de cambiar esa imagen.
La politiquería brasileña y los precios bajos del petróleo, convirtieron el drama de la corrupción de Petrobras (PB) en una tragedia nacional. Tomará años para que Brasil supere el impeachment de su Presidenta. Igualmente, pasará con PB cuando deje de ser la empresa más endeudada del mundo, después de vender activos y "joyas de la familia” al ceder participaciones en el PreSal.
Petróleos de Venezuela (PDVSA) es un enigma, no se conoce con exactitud cuánto petróleo produce, pero sí se sabe que está entre 1.5 a 3 millones de barriles por día. Pero, increíble, periódicamente los recursos obtenidos por su venta no alcanzan a cubrir el funcionamiento normal de la economía que parece estar siendo manejada por "Merlines Caribeños modernos” que ya se han superado en convertir piedras en oro, ahora hacen desaparecer recursos.
Compañías contratistas han descubierto importantes reservas, pero están restringiendo sus inversiones igual que las petroleras en el resto del mundo.
El infortunio también llegó a México. La caída de los precios del petróleo, casi coincidió con la reforma del sector energético que fue lograda después de una muy difícil batalla política en ese país. Los bajos precios del petróleo hicieron desaparecer las expectativas por grandes inversiones. Pemex con gran esfuerzo está manteniendo producción y su gobierno ha convocado a una nueva subasta de áreas para inversión extranjera.
Todas las petroleras están restringiendo inversiones, pero nosotros estamos como si no hubiera sucedido nada, no obstante que los ingresos por exportación de gas han caído a menos de la mitad. Seguimos anunciando grandiosos planes de inversión y utilizando libremente las reservas del Banco Central llevando a cabo proyectos innecesarios, como es el de abastecer de gas a poblaciones menores, alejadas de gasoductos utilizando GNL.
Para ese fin, como un capricho digno de los Reyes Borbones de Francia, gastando más de 200 millones de dólares, hemos construido una planta de GNL en Río Grande. Desde esa planta se transportará gas natural licuificado a -170ºC utilizando una flota de más de treinta camiones cisternas criogénicos, con un costo de 300 mil dólares por camión, para llevar, por carretera, gas a 60 poblaciones menores. En cada una de éstas, se están construyendo estaciones de regasificación pomposamente llamadas "estaciones satelitales”. Lindo nombre, pero estimado lector, no tienen ni la más remota conexión con nuestro satélite ni con ningún otro, pero si tienen costos casi astronómicos de casi 5 millones de dólares por estación.
Es decir que para convertir el gas natural licuificado en gas, estamos invirtiendo otros 270 millones de dólares. En esas estaciones el gas licuificado convertido nuevamente en gas, es almacenado en grandes tanques a alta presión y de ahí el gas es enviado a la población en cuestión para el punto donde se expenderá este hidrocarburo. En esas poblaciones se tenderá una red domiciliaria de distribución de gas y así el sistema estará completo. Habremos reemplazado el uso de algunas decenas de garrafas de GLP con una inversión de 500 millones de dólares que entregará un gas a precios todavía desconocidos pero que deberán ser altamente subvencionados.
Este elegante y distinguido programa de abastecer de gas equivale energéticamente a que el pueblo consuma galletas con crema chantilly en lugar de marraquetas.
Carlos Miranda es analista energético.
Tomado de paginasiete.bo