CARLOS MIRANDA
El año 2013 venía muy auspicioso. El Día del Petrolero, 21 de diciembre pasado, el presidente a.i. de YPFB declaraba en tono casi dramático: “Las exigencias de los pueblos originarios son demasiadas, obstruyendo las actividades de hidrocarburos”, “demando superar este reto en forma inmediata por el riesgo que representa el retraso en los proyectos”.
Esas declaraciones no son un mensaje cualquiera. Han sido efectuadas por un hombre de total confianza del Gobierno, que inclusive ha sido reconocido como El Hombre del Año.
Adicionalmente, se hizo conocer que YPFB había contratado los servicios de una de las más prestigiosas empresas consultoras en organización de empresas petroleras para modificar su estructura a fin de alcanzar las metas que se ha propuesto.
Por otro lado, un par de semanas antes había dado un tímido inicio, pero inicio al fin, de una campaña exploratoria. Se habían firmado seis contratos de estudio con las compañías petroleras todavía presentes en el país, YPFB iniciaba la perforación de un pozo exploratorio en una estructura ya probada.
Inveterados optimistas, como el que escribe estas líneas, empezamos a acariciar la expectativa de que, al fin, el Gobierno estaba cambiando de rumbo hacia un manejo profesional y técnico no politizado del sector energético.
Pero en nuestro entusiasmo nos olvidamos de los estrategas políticos del Palacio Quemado. Para estos talibanes del manejo económico del Estado, la energía no es más que una herramienta útil y flexible para conseguir apoyo político adicional con miras al 2014.
El sábado 29 de diciembre pasado, el Gobierno nacionalizó la distribución eléctrica de La Paz y Oruro, disponiendo que ENDE se haga cargo.
La medida lanzada al día siguiente de Inocentes era difícil de creer. Más parecía una inocentada con un día de retraso. Se está flagrantemente incumpliendo la ley de electricidad vigente, que prohíbe la formación de monopolios. La ley no permite que una sola empresa sea generadora de electricidad, transportadora y distribuidora, porque cuando eso ocurre el consumidor queda indefenso. Ese monopolio está siendo conferido ilegalmente a ENDE. Ante la ausencia de un sistema regulatorio y siendo ENDE empresa del Estado, el grado de indefensión del consumidor es total.
Este Gobierno no sabe de electricidad. Desde 2006 hasta la fecha ha logrado hacer desaparecer una reserva del 40% de la capacidad de generación. Cuando la falta se hizo presente adoptó la solución de comprar pequeñas unidades a gas natural. Decenas de pequeñas unidades no son una reserva. Se está en un balance precario. Por tanto, la labor principal de ENDE consiste en aumentar la capacidad de generación con plantas hidroeléctricas. Al mismo tiempo, deberá incrementar la capacidad de transporte del sistema interconectado. Estas tareas son pesadas para cualquier empresa eléctrica, sumarle la distribución en dos ciudades importantes no es más que una invitación a la ineficacia de toda la empresa.
Finalmente, y esto es muy desagradable, esta nacionalización se produce a pocas semanas del retorno de Madrid de nuestro Primer Mandatario, donde fue muy bien recibido por el Gobierno español. Donde se aseguró, además, continuar con la ayuda económica e inclusive colaborar en la campaña para legalizar el acullicu. Que en esa ocasión haya adelantado esta nacionalización, es improbable. Por tanto, que falta de estilo y respeto a las buenas relaciones internacionales.
Como los talibanes ya deben tener los datos del último censo mostrando una creciente urbanización del país, esperan que las tarifas de electricidad en el agro sean subvencionadas por las de las ciudades.
A no ser que estén esperando a Iberdrola con la chequera en mano. Deben prepararse para una difícil negociación. Vean las dificultades argentinas cuando los españoles se enojan. En nuestro caso puede ser peor porque hasta los vascos están molestos.
De todas maneras los talibanes están equivocados. Para 2014 tendremos faltantes en generación, las líneas de transmisión estarán sobresaturadas. El servicio de distribución será muy defectuoso y el uso de los ingresos de las tarifas de las ciudades no hará despegar la electrificación rural.
Qué ironía. Las expectativas de un progreso efectivo han sido frustradas por los talibanes. Pero, a su vez, las expectativas de ellos no se cumplirán.
Expectativas frustradas para todos y como resultado varios pasos hacia atrás en el 2013, que se lo esperaba con optimismo.
Tomado de paginasiete.bo