CARLOS MIRANDA

Hace más de un año que andamos en una frenética búsqueda de inversión extranjera para explorar hidrocarburos en el país. La exploración de hidrocarburos no es un fin en sí mismo. Debe formar parte de un conjunto de actividades con visión energética a mediano y largo plazo. En el caso boliviano esa visión de utilización de recursos energéticos debe ser complementada por el o los medios de transporte que se utilizarán. Reservas, producción, transporte y mercado es el conjunto del cual la exploración es una de las partes.

Explorar hidrocarburos requiere examinar los descubrimientos pasados que conforman la situación vigente, imaginar a mediano y largo plazo una realidad futura a la luz de las tendencias y desarrollos tecnológicos y posibles precios.

En el siglo XX, el consumo del gas natural mantenía un sostenido ascenso. EEUU era el mayor mercado energético del mundo, utilizaba toda su producción interna y requería grandes volúmenes importados por gasoducto de Canadá y vía barco -como LNG- del resto del mundo.

Regionalmente, Chile y Brasil eran dos países que necesitaban gas natural con urgencia para sustituir combustibles que ocasionaban graves problemas de contaminación. Argentina era autosuficiente. Finalmente, el mercado energético brasileño era el más grande de Latinoamérica.

En la última década del siglo XX, los planificadores energéticos bolivianos leyeron bien las señales y pudieron poner en marcha una política petrolera cuyos resultados exitosos constituyen ahora el mejor soporte de la actual bonanza económica.

Ese aprovechamiento de oportunidades con la lectura correcta que el gas sería, como lo es, el combustible del siglo XXI, dio lugar al manejo coordinado de una política petrolera amigable a la inversión extranjera para descubrir reservas, la conquista del mercado brasileño y materializar el proyecto de un gasoducto a Brasil. Ese manejo coordinado fue denominado el Triángulo Energético.

En el siglo XXI nos dedicamos a disfrutar los resultados del Triángulo Energético. Los nuevos planificadores energéticos nacionales, sobreideologizados, endurecieron las reglas con la errada concepción de que el mundo petrolero se movía en esa dirección. Hemos perdido diez años. Qué tristeza. Ni siquiera se tuvo la mediana sagacidad de ver que estábamos en contrarruta cuando nos cruzábamos con Perú, México, Venezuela, inclusive ahora Brasil. Todos ellos en afán de disminuir la intervención estatal en la industria petrolera.

En esa década, el mundo energético ha experimentando cambios importantes.

China es ahora el mayor consumidor total de energía. El consumo de gas continúa creciendo. EEUU es el primer consumidor. Con la aparición de gas de esquistos ha dejado de importar LNG. La aparición de plantas de licuefacción flotantes incrementarán el consumo, utilizando gas remoto y gas de costa afuera.

Brasil descubrió grandes reservas de petróleo y gas. En unos años será autosuficiente y exportador de petróleo. El gas costa afuera posiblemente será licuificado para exportación. El gas boliviano será adquirido como “una llanta de auxilio” en términos y condiciones a negociarse.

Argentina será un mercado importante por el tiempo que le tome ser autosuficiente. Lo cual depende de la producción de sus campos petroleros de esquisto. Chile, Uruguay y Paraguay han optado por el abastecimiento de LNG de ultramar.

Las condiciones nacionales se han deteriorado por la ideologización de la industria y el nulo trabajo exploratorio de estos últimos años. No se tienen los elementos para la formulación de un nuevo Triángulo Energético II. Sin tener un esquema integrado de reservas, producción, mercado y medio de transporte, difícilmente se puede esperar inversión extranjera importante en el sector.

Las empresas petroleras, estatales o privadas, no invierten sino se tiene un horizonte razonable de ganancia. Ya pasaron los tiempos de la inversión política extranjera. Lo último deben ser las inversiones del expresidente Chávez. Su sucesor no se animaría a algo similar porque como un fruto, se puede caer de maduro.

Carlos Miranda es ingeniero y analista energético.

Tomado de paginasiete.bo

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