CARLOS MIRANDA 

No obstante que el departamento de Santa Cruz ha dejado de ser el mayor productor nacional de hidrocarburos, su capital, Santa Cruz de la Sierra, sigue siendo el Houston de Bolivia. A pocos años de la promulgación del Código de Petróleo, con la presencia de compañías petroleras internacionales y la influencia de otra serie de factores importantes, la ciudad de Santa Cruz empezó a adquirir esa su cualidad de “capital de los hidrocarburos de Bolivia”. A tono con ese título, desde hace varios años las reuniones petroleras internacionales se celebran en esa localidad. Esa cadena de reuniones y cónclaves fue interrumpida después de 2003 por los acontecimientos político-sociales del país.

Por ello es encomiable la labor de la Cámara Boliviana de Hidrocarburos, ahora de Hidrocarburos y Energía, de celebrar una reunión internacional cada año desde 2007. La Cámara acometió esa labor con un profesionalismo digno de cualquier otro centro petrolero del exterior, estableciendo una especie de modelo de tipo de reunión.

Ha sido una sorpresa agradable que el Gobierno, desde hace tres años, organice sus propias reuniones petroleras internacionales. Estos encuentros siguen la “escuela” iniciada por la Cámara. Así ambas reuniones tienen rasgos importantes, infaltables, que se deben destacar. Se cuenta con la presencia del Primer Mandatario del país para su inauguración o su cierre. El ministro de Hidrocarburos y el presidente de YPFB son parte integrante de las reuniones.

Bajo estos moldes se ha realizado el III Congreso Internacional del Petróleo y Gas auspiciado por YPFB, del 22 al 24 de mayo pasado, en Santa Cruz.

La reunión tenía una clara intención de dar dos mensajes al exterior: Bolivia ha ingresado en la petroquímica y el país tiene extensas áreas potencialmente productoras de hidrocarburos y desea inversión extranjera en exploración.

En ese sentido, el discurso inaugural del Vicepresidente indicó que se estaban programando incentivos para la inversión exploratoria, tales como facilitar la recuperación de la inversión en plazos cortos y lograr que se realicen trabajos exploratorios en áreas protegidas. Estas medidas serían objeto de decretos supremos que se estaban elaborando. Estas posibles flexibilizaciones de la ley difieren de los anuncios anteriores de promulgación de una nueva ley que han anticipado cinco ministros diferentes en los últimos cinco años en las reuniones internacionales de la Cámara y ahora del Gobierno. Los cambios anunciados ahora son más concretos y pueden ser puestos en ejecución mediante DS en vez de una nueva ley.

El ingreso a las áreas protegidas así como lograr las licencias ambientales sujetas a consultas han sido dos factores que han limitado y demorado o impedido la labor exploratoria.

Lograr una recuperación más acelerada de las inversiones sería también una medida que favorezca la inversión exploratoria. Pero para el observador cuidadoso, en vez de ir avanzando en la apertura a la inversión en exploración, más bien se ha retrocedido. Antes se prometía que en los próximos meses después del anuncio se promulgaría una nueva ley. Ahora tan sólo se anuncia estar preparando decretos sobre temas específicos. No sólo la temática ha sido reducida, también se ha rebajado el rango de las disposiciones legales. Un decreto es mucho más fácil de ser cambiado que una ley.

Es muy lamentable que el Gobierno esté pensando que modificando algunos aspectos específicos mediante decretos habrá logrado crear un ambiente favorable a la inversión en exploración. Los conocedores de nuestra legislación o los que se interesen en invertir rápidamente llegan a la conocida conclusión de que la Ley de Hidrocarburos está limitada en una maraña de disposiciones antiinversión privada detalladas en la Constitución Política del Estado.

Mientras no se introduzcan modificaciones en esa ley de leyes, cualquier cambio que éste fuera de línea no tiene razón por su ilegalidad. Lástima, para los observadores de nuestra economía, el resultado del III Congreso de YPFB ha sido igual que el de los anteriores. Más de lo mismo, anuncios de cambios. Cuándo y cómo son las grandes interrogantes.

Carlos Miranda es ingeniero y analista energético.

Tomado de paginasiete.bo

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