Intervencionismo
GABRIEL BORAGINA
Los intentos de reemplazar al capitalismo por otro u otros sistemas han sido constantes prácticamente desde la aparición del mismo en la escena económica de los pueblos.
Al identificárselo como el “enemigo” del bienestar y del progreso económico de la gente fueron múltiples los pensadores que trataron de idear modelos alternativos. El más popular desde hace buen tiempo hasta la actualidad es el mixto:
“Se supone que esta economía mixta no es capitalismo ni socialismo. Se describe como un tercer sistema, tan alejado del capitalismo como del socialismo. Se supone que está a medio camino entre socialismo y capitalismo, manteniendo las ventajas de ambos y evitando los inconvenientes propios de cada uno”.
Después del Virus: Un triángulo de reformas
ROBERTO LASERNA
Hoy sabemos con certeza que desperdiciamos la bonanza del gas y la terminamos con una economía más dependiente y vulnerable que nunca. La precariedad de nuestros servicios públicos y la debilidad del sistema institucional del Estado se pusieron en dramática evidencia con la epidemia que hoy enfrentamos. No tenemos ni las camas necesarias de hospital, mucho menos los equipos de terapia que ayudarían a salvar vidas. Tampoco contamos con personal sanitario suficiente. Y es evidente también que nuestra base productiva y tecnológica no tiene la capacidad para adaptarse a las nuevas demandas y reorientar sus líneas de producción.
Los bolivianos estamos inermes ante el virus.
Podemos detenernos en el análisis de lo que pudo hacerse y no se hizo, y debatir con detenimiento las medidas de emergencia que se han estado tomando. Quisiera más bien poner la mirada más allá y tratar de pensar lo que debemos construir para transitar el mediano y el largo plazo hacia una sociedad más inclusiva y una economía más fuerte.
Terminar con los confinamientos no se trata de ahorrar dinero. Se trata de salvar vidas.
GARY GALLES
La relación entre los fines y los medios ha sido debatida durante mucho tiempo. Por ejemplo, el legado de «el fin justifica los medios» se remonta a Electra de Sófocles cuatro siglos antes de Cristo, Héroes de Ovidio y El Príncipe de Maquiavelo. Y más recientemente, Leonard Read señaló que si los fines son sólo esperanzas que, de hecho, no se logran, no pueden justificar medios que infrinjan los derechos de los demás.
En la actualidad, las políticas draconianas y a menudo arbitrarias que se han impuesto en respuesta a COVID-19, combinadas con un resultado mucho menos mortífero de lo que se preveía originalmente, han planteado una cuestión diferente sobre los fines y los medios.
Cada vez más gente ha empezado a protestar porque las políticas son demasiado costosas, tal vez más comúnmente expresadas como «la cura no puede ser peor que la enfermedad». Esto, a su vez, ha llevado a las condenas de los actuales defensores de la política, como la afirmación del gobernador de Nueva York Andrew Cuomo de que «no vamos a poner una cifra en dólares por la vida humana», la caracterización del New York Times de la cuestión como «una compensación moral entre salvar vidas y mantener la habitabilidad económica», o incluso la caracterización más extrema de Martin Gak de que los objetores creen que «unos pocos deben morir para que los muchos puedan vivir». Incluso escuché un sermón argumentando que incluso una muerte de COVID-19 justifica el continuo cierre de la economía por parte del gobierno.
El modelo sueco
IAN VASQUEZ
Mientras que países ricos y pobres, democracias y dictaduras enfrentan la crisis del coronavirus con medidas extremas que cercenan libertades fundamentales, Suecia ha tomado otro camino.
No ha cerrado su economía y no ha obligado a la gente a quedarse en sus casas. Los bares, restaurantes, gimnasios y demás negocios siguen abiertos, así como sus fronteras. Han cerrado las universidades y escuelas secundarias y han prohibido reuniones de más de 50 personas. Más allá de eso, las autoridades han sugerido que la gente se quede en sus hogares si puede y que practique el distanciamiento social.
Las autoridades suecas consideran que esta es la mejor manera de contener la pandemia. Y aunque la economía todavía sufre, no se derrumba como en otros países. Las autoridades en el resto de Europa critican el experimento sueco de irresponsable y por crear las condiciones que resultarán en muertes masivas en el futuro. La mayoría de los suecos no lo ve así. Es más, como observa el analista Fredrik Erixon, el encierro colectivo es lo nuevo: “No es Suecia la que está practicando un experimento. Son todos los demás”.
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