La Economía Naranja no necesita un ministerio
SANTIAGO LASERNA
El actual gobierno boliviano está enfrentando una ola de críticas provenientes de todo lado del espectro político; algunas justificadas, otras no tanto. El ejemplo más reciente de lo segundo se dio con el nuevo anuncio de la presidenta Añez informando sobre el “cierre” del Ministerio de Culturas (en realidad no es un cierre, sino que está pasando a ser parte del Ministerio de Educación). Ante esta medida de ajuste de presupuesto, algunos miembros del sector artístico y todos los opositores no dudaron en saltar con críticas; el primer grupo porque este hecho supuestamente les afecta como gremio y el segundo porque simplemente no pueden desperdiciar una oportunidad para recurrir a frases populistas preelectorales como “la cultura es el corazón del pueblo” (lo cual es cierto, pero no necesariamente ligado a la existencia de un ministerio).
La Próxima Burbuja en Pinchar
MAURICIO RIOS GARCIA
Con todos los nuevos descubrimientos sobre las millonarias pérdidas en las principales empresas públicas que el Movimiento al Socialismo ha dejado detrás, las cifras de deuda pública y déficit tendrían que, definitivamente, ser considerablemente más elevadas que las que aún se reporta oficialmente, entonces ¿es necesario esperar a que la economía de Bolivia entre en recesión para afirmar que está en crisis? Es más, ¿Bolivia crecerá al 2,6% del PIB en 2020 o seguirá cayendo? De hecho hoy ya crece menos que cuando recibió el golpe de la caída de Lehman de 2008.
Economía flexible
ROBERTO LASERNA
La aceleración de los cambios económicos que resultaba de la creciente incorporación de la ciencia y la tecnología en la vida productiva y comercial obligaba a las empresas a adaptarse para sobrevivir, pues de otro modo corrían el riesgo de desaparecer. Ese desafío pronto dejó de ser de las empresas para alcanzar a las economías nacionales. La integración dejó de ser solamente comercial y pasó a ser un elemento central de las estructuras económicas. No solamente se intercambiaba un tipo por otro de productos, sino que se desagregaron físicamente procesos productivos que, sin embargo, se mantenían bajo gestión controlada en tiempo real. Las señales de un mercado, en cuanto a gustos, precios y funciones de los productos, podían generar nuevos diseños y nuevos productos en muy poco tiempo, aunque los diseñadores y los fabricantes estuvieran a miles de kilómetros de distancia unos de otros. Era el ritmo frenético de la globalización.
Definiendo correctamente la «inflación»
FRANK SHOSTAK
La inflación suele definirse como un aumento general de los precios de los bienes y servicios descrito por las variaciones del índice de precios al consumidor (IPC) u otros índices de precios.
Si la inflación es un aumento general de los precios medidos, ¿por qué se considera una mala noticia? ¿Qué tipo de daño puede infligir? Los principales economistas sostienen que la inflación causa compras especulativas, lo que genera desperdicio. La inflación, se mantiene, también erosiona los ingresos reales de los pensionistas y de las personas de bajos ingresos y causa una mala asignación de los recursos.
A pesar de todas estas afirmaciones sobre los efectos secundarios de la inflación, la economía convencional no nos dice cómo se causan todos estos efectos negativos. ¿Por qué una subida general de los precios debería perjudicar a algunos grupos de personas y no a otros? ¿Por qué un aumento general de los precios debería debilitar el crecimiento económico real? ¿Cómo es que la inflación lleva a una mala asignación de recursos? Además, si la inflación es sólo un aumento de los precios, seguramente estos efectos pueden compensarse ajustando los ingresos de todos de acuerdo con este aumento general de los precios.
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