¿Regreso al Medioevo?
MARIO VARGAS LLOSA
El coronavirus comienza a hacer estragos en España. O, mejor dicho, el espanto que causa ese virus proveniente de China ocupa todos los noticiarios y radios y periódicos, se cierran colegios y universidades, bibliotecas y teatros, se paralizan las Fallas de Valencia, se cancelan los plenos de las Cortes, los eventos deportivos se celebrarán sin público, pese a que los distribuidores dicen que habrá provisiones se ven semivacías las estanterías de los supermercados, lo que indica que la gente se carga de productos de primera necesidad para lo que entiende será un largo encierro, y, por supuesto, en las conversaciones privadas no se habla de otra cosa.
Todo esto, en términos prácticos, es muy exagerado, pero no hay nada que hacer: España tiene miedo y los Gobiernos, el nacional y los de las autonomías, salen al frente de la pavorosa enfermedad con medidas cada vez más estrictas que, de una manera general, los españoles aprueban e, incluso, exigen que sean más extensas e intensas. Es por gusto que las estadísticas oficiales digan que, hasta el 11 de marzo, hay apenas 47 muertes por culpa de la pandemia y que, por ejemplo, la simple gripe es más asesina que ella, pues causa por lo menos seiscientas muertes anuales, y que son muchos más los que se recuperan del coronavirus que los que perecen por culpa de él, que España tiene uno de los sistemas de salud mejores en el mundo —por encima de la media europea— y que el trabajo que vienen realizando los médicos y sanitarios en todo el país es eficiente y está a la altura del desafío, etcétera.
NO, LOS GOBIERNOS AUTORITARIOS NO SUPERAN A LAS «SOCIEDADES ABIERTAS» EN UNA CRISIS
PER BYLUND
Hay algunos llamamientos muy inquietantes a favor de «soluciones» rápidas tras la información sobre la forma en que los países han manejado y no han manejado COVID19. No se trata de cuán contagioso o peligroso es el virus en realidad, lo cual no es mi especialidad, sino el típico y peligroso malentendido de la supuesta eficiencia de la jerarquía y, por lo tanto, de la eficacia de las sociedades de control, los gobiernos autoritarios y los regímenes dictatoriales.
En pocas palabras, la afirmación es que China «lo manejó bien», fue capaz de hacer algo actuando rápida y enérgicamente y, por implicación, que las sociedades abiertas son impotentes ante las amenazas y fundamentalmente frágiles. Pero esto es exactamente erróneo. Esta idea errónea surge de un malentendido común pero fundamental sobre la organización social (como la sociedad, los mercados, etc.). Y, lo que es interesante, es planteada por personas que definitivamente deberían saber más, incluyendo influyentes inversores y empresarios de Silicon Valley.
Hay cierta verdad limitada en el argumento de que un poder centralizado puede actuar más rápido y con más fuerza (es decir, de manera brutal y sin respeto por los individuos o grupos de personas), pero se basa en supuestos embarazosamente ignorantes. Para ser cierto, requiere que el régimen, los que están en el poder, tengan la información correcta y actúen en el mejor interés de la sociedad. No se trata simplemente de suposiciones exageradas, sino que en realidad nunca son verdaderas.
El capitalismo promueve la cooperación humana como ninguna otra cosa
BARRY BROWNSTEIN
Hay una historia apócrifa acerca de un hombre que observa a su vecino buscando bajo la luz de una lámpara en la calle. Como buen vecino, le ofrece ayuda. El hombre que estaba buscando le explicó que perdió las llaves de su carro. “¿Está usted seguro de que se le cayeron las llaves bajo la luz en la calle?», le pregunta el vecino interesado. “No estoy seguro”, le responde el hombre que perdió las llaves, “pero aquí es donde está la luz».
Si usted alguna vez ha buscado repetidamente en el mismo lugar un artículo que se le perdió, sabe que existe una tendencia a buscar soluciones donde le es familiar. El sesgo de la disponibilidad puede ocasionar que pongamos la “atención y la importancia indebida a información que de inmediato está disponible”, a la vez que se ignora “una evidencia más amplia que existe claramente, pero que no es tan fácilmente recordada o accedida”.
Diariamente, los medios promueven una narrativa de que los políticos son la fuente de bienestar en nuestras vidas. No culpe a medios de comunicación sesgados. Muchos quienes ven CNN, Fox News o MSNBC son atrapados y se sientan en frente a ellos embelesados. Algunos pasan horas, día tras día gravitando alrededor de los políticos, con una cobertura interminable sobre quién está participando en una elección, quienes pueden participar y quienes deberían participar. ¿Aquellos que están viéndolo creen que sus “llaves” para una buena vida se encuentran en la lucha política?
El "oasis" latinoamericano desciende al caos
AXEL KAISER
Chile, la nación más libre, estable y rica de América Latina, está en caída libre. El orden público se derrumbó, la violencia es rampante y el populismo es el nuevo credo de la clase política. Hay una recesión, caracterizada por la fuga de capitales y el aumento del desempleo. La desigualdad de ingresos podría aumentar a niveles no vistos desde la década de 1990, según una declaración reciente del Banco Central de Chile.
Tomó solo 40 días para que el “oasis” latinoamericano —como el presidente Sebastián Piñera llamó a Chile no hace mucho— desapareciera. Cómo un Chile estable y próspero cayó tan dramáticamente en un período tan corto es una lección para toda democracia occidental.
La causa inmediata de la crisis fue el pequeño aumento en el precio de los boletos de transporte público en Santiago. La subida de precios del 4 de octubre fue claramente impopular, pero inicialmente el gobierno no mostró voluntad de reconsiderar lo que correctamente llamó una medida “técnica”. Como resultado, cientos de estudiantes comenzaron a evadir la tarifa del metro. El 18 de octubre, dos semanas después del anuncio del aumento de precios, el país explotó. Grupos de protesta coordinados destruyeron casi 80 estaciones de metro, deteniendo el transporte público de Santiago. Los manifestantes atacaron la propiedad pública y privada.
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