Sobre el voto obligatorio
ALFREDO BULLARD
Cuando lea esta columna, ya habrán jugado Perú y Brasil. ¿Estamos todos entusiasmados? No. Hay muchas personas (más de las que se imagina) a las que no les interesa el fútbol. ¿Tendrá sentido sacar una ley que multe a aquellos peruanos que no vean el partido? Parece que no. Carece de objeto obligar a otros a participar en lo que no les interesa.
Pero vayamos un poco más allá. Imaginemos que se decide que el próximo entrenador de la selección será elegido por todos los ciudadanos mediante una elección con voto obligatorio. ¿Elegiríamos al mejor entrenador?
Votarían muchas personas a las que no les interesa el fútbol. A esas personas no les importa si el próximo entrenador es Ricardo Gareca o Héctor Becerril. Un voto desinteresado tenderá a ser un voto desinformado. Las probabilidades de tener a Becerril de entrenador se incrementan si permitimos votar a quienes no les importa el fútbol.
Lo mismo pasa en política. Si obligamos a quienes no les interesa la política a votar, se incrementa la cantidad de voto desinformado. Con ello, aumenta la posibilidad de que se vote por malos candidatos. Y, adivinó, tendrá a Héctor Becerril (y a muchos otros parecidos) en el Congreso.
¿El socialismo es solidaridad? Sólo de nombre
JAVIER PAZ GARCIA
Aristóteles escribió que “la mayor satisfacción está en hacer el bien o prestar un servicio a los amigos, invitados o compañeros, lo cual sólo es posible cuando una persona posee propiedad privada” (La Política, 1263b5). El socialismo, al eliminar o restringir la propiedad privada, reduce a su mínima expresión la capacidad del ser humano para practicar la solidaridad. Aristóteles entendió esto hace 2,300 años. Y la evidencia de esta afirmación la podemos constatar mirando las instituciones solidarias que se han creado en países capitalistas como Estados Unidos, Suiza o Inglaterra en comparación con países socialistas como Cuba o la ex Unión Soviética. Existen millones de organizaciones no gubernamentales, empresas privadas y personas particulares que gracias a la riqueza generada en sistemas capitalistas realizan fabulosas labores de beneficencia y solidaridad. El sistema capitalista tiene además el mérito de sacar a muchos de la pobreza y crear mucha riqueza, por lo tanto las instituciones de beneficencia en los países capitalistas pueden captar muchos recursos y repartirlos entre relativamente pocos necesitados. El socialismo genera e incrementa la pobreza de una sociedad, haciendo que haya poco que repartir entre muchos comensales.
La crónica muerte del sistema financiero boliviano
HUGO MARCELO BALDERRAMA
La tasa de interés es el precio más importante del mercado, ya que muestra la relación consumo presente – consumo futuro, y que permite la coordinación intertemporal entre ahorristas e inversionistas.
Pero como los socialistas desconocen los mecanismos básicos con los cuales funciona el mercado, aparte de despreciar la libertad individual, siempre pretenden que la realidad se adapte a sus fantasías utópicas, por eso siempre meten sus “manos visibles” en la economía, y usan el poder del Estado para regular precios tan vitales como las tasas de interés.
Milton Friedman, la economía de los buenos resultados
VICTOR PAVON
El mundo académico mundial celebra en estos días (31 de julio) un aniversario más del nacimiento de uno de los economistas más notables de los últimos tiempos. Milton Friedman (Nueva York, 31 de julio de 1912 - San Francisco, 16 de noviembre de 2006) fue economista e intelectual ganador del Premio Nobel de Economía de 1976 y exponente máximo de la escuela monetarista de la Universidad de Chicago.
Con la versación eminentemente técnica que lo caracterizaba, Friedman también fue sobre todo un pensador, promotor de políticas basadas en la libertad de elegir que, en su momento, atrajo la simpatía del entonces presidente estadounidense Ronald Reagan y de Margaret Thatcher en Inglaterra y hasta más lejos, la propia comunista China continental que le debe gran parte de su apogeo.
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