Derecha e izquierda terminan pareciéndose
VICTOR H. BECERRA
Las manifestaciones recientes en Colombia, tras las que han sucedido en Chile y otros países de la región, han sido el pretexto para seguir hablando de un supuesto complot del Foro de São Paulo, o bien del Grupo de Puebla, a efectos de implantar una “subversión castro-chavista” a nivel continental. No deja de ser curioso cómo este tipo de ideas se parecen como un calco a lo argumentado en La Habana o Caracas cuando sus dictaduras hablan de un complot de Estados Unidos, la derecha neoliberal, la CIA, la USAID, o Uribe al referirse a alguna manifestación en su contra.
Hoy el mundo presencia manifestaciones sociales masivas en lugares distintos: desde Santiago hasta Hong Kong, pasando por Teherán y Barcelona. Pero es un error tratar de encontrar una motivación única, un origen común a todas ellas.
No hay fin a la historia, no hay existencia perfecta
LUDWING VON MISES
Todas las doctrinas que han buscado descubrir en el curso de la historia humana alguna tendencia definida en la secuencia de los cambios han estado en desacuerdo, en referencia al pasado, con los hechos históricamente establecidos y donde trataron de predecir el futuro, han sido espectacularmente probadas erróneamente por eventos posteriores.
La mayoría de estas doctrinas se caracterizaban por hacer referencia a un estado de perfección en los asuntos humanos. Ellos colocaron este estado perfecto ya sea al principio de la historia o al final, o tanto al principio como al final. En consecuencia, la historia apareció en su interpretación como un deterioro progresivo o una mejora progresiva o como un período de deterioro progresivo al que seguiría un período de mejora progresiva. Con algunas de estas doctrinas la idea de un estado perfecto estaba arraigada en creencias religiosas y dogmas. Sin embargo, no es tarea de la ciencia secular entrar en un análisis de estos aspectos teológicos de la materia.
La inestabilidad de los mercados no es tan grave como la inestabilidad de la política gubernamental
ANTONY SAMMEROFF
Una crítica seductora (aunque mal considerada) de los mercados es la noción de que son tan salvajemente impredecibles e inherentemente inestables que necesitamos que el gobierno los vigile e intervenga para mitigar sus excesos. Hay una gran ironía en esta posición que voy a revelar.
El economista John Maynard Keynes (1883-1946) hizo quizás el caso más famoso de este punto de vista, acuñando el término «espíritus animales» para describir los caprichos irracionales, impulsados por impulsos, de los actores del mercado basados en expectativas arbitrarias que sólo podían causar inestabilidad. La idea en sí misma parece tener sentido porque es difícil para los intelectuales, a quienes les encanta masticar ideas y hacer planes brillantes, ver cómo una sociedad puede funcionar coherentemente sin un solo plan. La verdad es que, en realidad,
Evo, el buen salvaje y el narco cruel
HUGO MARCELO BALDERRAMA
Durante la época anterior a las elecciones de diciembre del 2005, Evo Morales Ayma y Álvaro García Linera montaron una campaña política basada en el miedo –si consideramos que Evo Morales y sus cocaleros habían destrozado Bolivia, era obvio que les resultaría-. Por ejemplo, el 8 de septiembre del 2005, Morales manifestó lo siguiente: «Cuando seas presidente ¿Qué harás con el bloqueo de caminos? Yo les digo: como el bloqueador se va a bloquear». Aunque dicho con torpeza, el mensaje del miedo empezaba a aparecer y sería ampliado por el candidato a vicepresidente. Verbigracia, García Linera, el 24 de octubre expresó lo siguiente: «Sólo nosotros garantizamos gobernabilidad. Todos los grandes movimientos sociales están de nuestro lado. Los cinco grandes movimientos que pueden paralizar el país con procesos de desestabilización están en el MAS».
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