WALDO TORREZ

No importa si somos deseables y aquilatados por nuestro potencial gasífero y geográfico, o es el resultado de la diplomacia inspirada en identidades ideológicas similares, lo que sí importa es que el Mercosur es una oportunidad ¿pero estamos preparados para este desafío? ¿Cuáles son los frenos?

En realidad ya tenemos 1.700 productos con preferencia arancelaria, pero hasta hoy no hemos sido capaces de aprovecharlos, nuestra capacidad para penetrar el mercado del Mercosur es muy pobre. La excesiva visión social institucional y la escasa proyección económica del Estado al rechazar los acuerdos de libre comercio, frena el dinamismo que podríamos tener, lo que se ve reflejado en la baja estructura ocupacional, en nuestra infraestructura vial deficiente, en la escasa articulación efectiva, sin corredores de importación y exportación, por lo que no somos competitivos pues nadie compra servidumbres.

Por otra parte, se desconfía de la legislación y de su aplicación efectiva para garantizar las inversiones, las que están siempre amenazadas por el continuo cambio político de las “reglas de juego” que demuestra el desorden emocional, ideológico e intelectual que sufren nuestros gobernantes. Los impactos políticos y económicos de entrar a Mercosur pueden ser significativos para el país, podría constituir el único camino posible hacia una industrialización exportadora y que haga posible el mejoramiento de nuestro comercio intra-zona, podría además, permitir la inserción internacional de nuestra economía, pues las industrias nacionales estarán obligadas a mejorar como medio para alcanzar un ritmo de crecimiento elevado y sostenible en el largo plazo.

Sin embargo, mientras se insista con políticas ideológicas ortodoxas, poco pragmáticas, el incentivo para dinamizar el tejido económico del país no será posible; mientras no cambie la política económica, la inserción competitiva en el Mercosur será marginal, como es la paraguaya. Se requiere pues de una política centrada en la apertura económica externa que nos permita participar de los flujos de inversiones y capital provenientes de la economía regional e internacional. Hay que terminar con las contradicciones las que un día invitan a invertir y al otro se reestatiza.

Debemos comprender que sin los estímulos al mercado, sin liberación económica, no hay integración; solo abriendo nuestra economía, estableciendo reglas claras y predecibles, desarrollando redes viales, mejorando la competitividad de las estructuras productivas, e incentivando la participación del sector privado, podremos disminuir las asimetría cualitativas y cuantitativas existentes con los otros países del bloque, pero ¿Seremos capaces de eliminar nuestros bloqueos mentales para ser desafiantes?

Tomado de opinion.com.bo

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