¿Vale la pena recuperar la esencia del feminismo?
MARÍA MARTY
“Has recorrido un largo camino, muchacha” decían los avisos publicitarios de Virginia Slims en los años 70. Avisos que mostraban cómo las mujeres se estaban abriendo paso y logrando adueñarse de sus destinos. Mujeres que les gustaba ser mujeres, pero que también querían romper con algunos de los límites retrógrados que hasta ese momento la historia les había impuesto.
Cuando de chica veía estos avisos, me gustaba lo que proyectaban: mujeres femeninas y valientes al mismo tiempo, dueñas de esa cuota necesaria de rebeldía como para lograr una meta ambiciosa. Si bien leí la novela “La Rebelión de Atlas” recién en los 80, hubiera podido fácilmente asociar ese ideal femenino con un personaje como Dagny Taggart y con una frase que su autora, Ayn Rand, escribió: “La pregunta no es quién me lo permitirá, sino quién me detendrá.”
El mayor logro del feminismo fue, sin dudas, el reconocimiento político de los derechos individuales de la mujer, que marcó la igualdad de la mujer y del hombre ante la ley. Miremos alrededor por un instante y veamos la cantidad de mujeres que actualmente hacen de su vida lo que desean, que son independientes, que han cumplido sus sueños. La gran meta de aquellas mujeres rebeldes fue cumplido, al menos en una parte del mundo.
Quizás ese fue el motivo por el cual (como a un barco que ya llegó a puerto), el movimiento fue abandonado por quienes originalmente le habían dado su rumbo.
James Buchanan, premio nobel de economía, escribió acerca del liberalismo:
Caridad con dinero ajeno
Carlos Ball
Una despreciable costumbre que cada día gana nuevos adeptos, sin que la gente se atreva a criticarla, es la de hacer caridad con dinero ajeno. En diciembre, luego del maremoto en Asia, surgió una competencia mundial entre gobiernos para ver cuál aportaba más dinero para auxiliar a las víctimas y reparar los daños. Se olvida que el fin no justifica los medios. Ayudar a las víctimas de una tragedia es admirable, pero debemos aplaudir sólo las personas e instituciones que prestan ayuda con esfuerzo y financiamiento propio.
Falacias del discurso igualitario
Alex Kaiser
El mundo atraviesa por una creciente demanda por igualdad sobre la cual vale la pena reflexionar dado el inevitable impacto que tendrá sobre los sistemas económicos y sociales.
Lo primero que debe dejarse claro, es que es una falacia sostener que la igualdad es un bien en sí mismo.
Bolivia 2011: el año de la inflexión
Fernando Molina
2011 pasará a la historia política de Bolivia como un año de inflexión: el momento en que la hegemonía de la que gozaba Evo Morales desde fines de 2008 enseñó sus primeras grietas. El año en el que la popularidad del presidente pasó de más del 60% a poco más del 30%. En el que por primera vez el partido oficial (MAS) no fue “el fenómeno” de una elección (la judicial, que se realizó en octubre), sino que la perdió.
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