paraguaypalacioVÍCTOR PAVÓN 

Este año Latinoamérica se verá afectada por la disminución en la actividad económica. La recesión empieza a jugar un rol preponderante en la toma de decisiones. En este escenario sobresalen no solo la caída de los precios de los commodities lo que presupone una alta dependencia de la volatilidad en estos mercados sino también la muy posible decisión de la Reserva Federal norteamericana (Fed) de aumentar nuevamente la tasa de interés y de ese modo estimular la migración de capitales desde las economías emergentes hacia aquel país.

Las expectativas no parecen ser tan halagüeñas en la región, excepto en los miembros de la Alianza del Pacífico. Aún no siendo miembro de este bloque, nuestro país tiene oportunidades basadas en fortalezas que las debemos aprovechar. Los informes internacionales generados desde la calificadora de riesgo Standard & Poor`s (S&P) y el Banco JP Morgan posicionan al Paraguay en un nivel destacable para promover las inversiones. Sin embargo, esta perspectiva económica positiva necesita de un fuerte impulso de carácter institucional en lo que se refiere a las reglas de juego, llámese tributos, propiedad privada, Poder Judicial, legislación, todos ellos como propiciadores o inhibidores de la libertad económica.

En este sentido, el Índice de Libertad Económica 2015 elaborado por la Heritage Fundation y The Wall Street Journal posiciona al Paraguay como modernamente libre, esto es, de 178 países estudiados el nuestro ocupa el lugar 83. De manera que se puede avanzar mucho y una forma consiste en terminar de una vez por todas con ciertas prácticas denominadas “estímulos económicos” como el incremento del gasto público (aunque sea controlado) y del crédito.

Se sabe que estos estímulos son del agrado de los analistas ubicados en la línea del pensamiento mainstream en boga; no obstante sus efectos dañinos sobre la economía en su conjunto. La política pública de incrementar la disponibilidad de fondos desde el sector estatal es un error que si bien sus efectos pueden provocar una sensación de auge y alivio, pronto se notan sus efectos secundarios. Y si se quiere echar por tierra aquellos auspiciosos informes de la S &P y de la JP Morgan , pues no hay mejor forma que la de apelar a aquellos estímulos económicos.

Hay un proceso doloroso del cual el Paraguay no necesita pasar como lo hicieron otros países. Aquí cerca le tenemos a Argentina y Brasil, dos gigantes con pies de barro; el primero, afortunadamente ya inició algunos cambios y el segundo, Brasil, está inmerso en la incertidumbre que la política supuestamente “social” dejó como herencia mediante desajustes que se notan en la contracción de su economía.

Es lo mismo que ocurre en Venezuela y un poco más lejos en España y Grecia, todos ellos con el denominador común de los “estímulos económicos” llevados a cabo por sus respectivos gobiernos. Aquí en Paraguay más que nunca debemos tomar nota de lo que estos países hicieron porque cuando la economía real se enfría, no hay forma de ponerla nuevamente en movimiento si no es mediante reformas de fondo rechazadas por el corporativismo político.

Estamos entonces en una coyuntura que no resulta desalentadora para el país. Para no contagiarnos de la recesión e incertidumbre de gran parte de la región, hay que desechar la idea de los famosos “estímulos económicos” de los que nos hablan algunos analistas y políticos. En una economía de mercado, los recursos productivos deben asignarse a sus usos más valiosos, los que deben ser decididos por los individuos y las empresas en un ambiente de libertad económica con reglas de juego garantes de la propiedad privada y los contratos. En la coyuntura económica, Paraguay debe constituirse en un país de oportunidades.

Víctor Pavón es Decano de Currículum UniNorte (Paraguay) y autor de los libros Gobierno, justicia y libre mercado y Cartas sobre el liberalismo.

Tomado de elcato.org

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