Fuente: paginasiete.bo ( por GONZALO CHÁVEZ)

La teoría del péndulo en América Latina sostiene que cada periodo de tiempo, entre 8 y 12 años, el modelo económico y político oscila entre gobiernos de izquierda populista con fuerte intervención estatal en la economía y administraciones de centro derecha y derecha que apuestan a las privatizaciones apoyándose en los mecanismos de mercado. Desde hace un par de años, todos los datos indican que en ciertos países, como por ejemplo Argentina, Brasil, Guatemala, Paraguay y Perú, la historia se repite, esta vez el péndulo vuelve a la derecha, abandonando los gobiernos de izquierda.

La retirada del socialismo del siglo XXI parcial no es una sorpresa en la historia Latinoamericana, responde a los cambios en los ciclos económicos, generalmente bonanzas asociadas a la subida de los precios de las materias primas y colapsos que tienen como origen la situación contraria. Veamos los últimos 50 años.

Entre 1974 y 1981, América Latina creció a razón del 4,1 por ciento anual, en comparación con un promedio histórico de 2,8 por ciento. Era el periodo áureo de los petrodólares que invadieron la región vía superávits comerciales e ingreso masivo de capitales. Las dictaduras militares de corte nacionalista y con fuertes dosis de populismo se beneficiaron de la bonanza y por supuesto, se atribuyeron el éxito económico afirmando que era resultado del orden y progreso conquistados después de muchos años de inestabilidad política.

Pero como en el pasado, el péndulo cambió de lado. A inicios de los años ochenta, los precios de las materias primas se desplomaron una vez más y Estados Unidos adoptó políticas monetarias contractivas para combatir la inflación y subieron súbitamente las tasas de interés. El dólar era la moneda dominante y la deuda externa contraída en los setentas estaba en verdes. El resultado en la región fue una profunda recesión, inflación de varios dígitos, brutales incrementos del pago de los intereses por las deudas y fuga de capitales atraídos por los altos rendimientos en Estados Unidos y otros países desarrollados. En algunos países, esta bomba económica estalló en las manos de gobiernos de izquierda que conducían la transición democrática pero también en dictaduras, lo que aceleró su caída. Fue la década perdida.

A partir de mediados de los años ochenta, el péndulo se detuvo parcial en la centro derecha y se comenzaron a implementar modelos económicos que apostaban al mercado como fuerza organizadora de la sociedad. Para ello las políticas públicas debían promover estabilidad de precios, liberalización comercial y financiera, privatización y desregulación de los principales mercados. Había llegado a Latinoamérica “El Fin de la historia”, el Consenso de Washington. La región recibió una vez más capitales extranjeros y se creía, con estas políticas, que el sector privado florecería. Como en otras oportunidades, la bonanza fue atribuida al milagro del Consenso económico. Entre 1990 y 1997, el crecimiento promedio del PIB fue de 3,2%.

Pero con el arribo del nuevo milenio, los gobiernos de centro derecha descubrieron que la estabilidad y crecimiento moderado de los años noventa no había podido resolver los problemas de la pobreza y la desigualdad, que en realidad se habían profundizado generando descontento social que terminó con la caída de los gobierno de derecha, que fueron reemplazados por administraciones de centro izquierda con líderes populistas como Chávez y Lula. La salida de los gobiernos de derecha también estuvo asociada a una desaceleración de la economía regional. Entre 1998 y 2014, el producto sólo creció al 2,1%.

El ascenso de los auto denominados gobiernos del socialismo del siglo XXI coincidió con un nuevo súper ciclo de las materias primas, cuyos precios elevados alcanzaron niveles récords. Las nuevas administraciones tuvieron un mayor compromiso con los equilibrios fiscales, monetarios y cambiarios y establecieron masivos programas sociales de redistribución financiados con las rentas de los recursos naturales. También ayudó a la bonanza regional, el ingreso masivo de inversión extranjera directa, especialmente a partir del 2008. El auge económico se concentró en el periodo 2004 – 2008, cuando el PIB de la región creció a 5,1%. Después de buena recuperación el 2010, nuevamente la tendencia es hacia la baja.

Repitiendo la narrativa del pasado, el éxito económico nada tenía que ver factores externos; los buenos resultados eran resultantes del nuevo modelo social y económico. El estatismo y populismo ahora venía en una versión soft que aceptaba cierta ortodoxia macroeconómica. Muchas gente pensó que ahora estábamos frente a una fórmula diferente, pero la historia volvió a desmentir esta lectura y ahora el péndulo vuelve a la centro derecha, patrocinada por una viejo conocido, el colapso de los precios de las materias primas y una salida de capitales de los mercados emergentes en la medida que los inversores internacionales buscaban refugio en activos seguros. El resultado: protestas sociales, recesión económica y escándalos de corrupción. .

Asumiendo que el péndulo continúa con su pesado balanceo y este patrón se mantiene, ¿qué pasará en América Latina? En los últimas décadas, años más o menos, todos los países democráticos de la región acompañaron las tendencias del ciclo, excepto Cuba. En la actualidad, Argentina, Brasil, Guatemala, Paraguay y Perú están en proceso de abandono de los modelos populistas. ¿Se repetirá la historia para otros países? ¿Bolivia, Venezuela o Nicaragua romperán con la maldición del péndulo? ¿Lo harán apostando a desarrollar gobiernos más autoritarios? ¿Podrán los modelos económicos imperantes, fuertemente distribucionistas y rentistas, resistir a la fuerte caída de los precios de las materias primas? Estas son preguntas que sólo el futuro podrá contestarlas con precisión, pero en el pasado el péndulo de la historia fue implacable a pesar que la narrativa de gobierno de derecha e izquierda de turno que siempre afirmaron que sería diferente.

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