GARY RODRÍGUEZ 

Recuerdo haber leído hace un tiempo un interesante artículo sobre “desindustrialización precoz” explicando con base en la Teoría del Crecimiento, cómo la expectativa tradicional siempre fue que la economía de un país pasara, sucesivamente, de la fase agrícola a la industrial, para derivar finalmente en una economía de servicios.

Lo cierto es que, como más de una vez ha ocurrido con la teoría económica, la realidad en América Latina una vez más la superó, siendo que el sector terciario –incluso en Bolivia– ha venido ganando terreno sin haber logrado la ansiada industrialización que significara una economía de alta agregación de valor con empleos formales, dignos y sostenibles, como resultado idóneo.

Ni las políticas de “desarrollo hacia adentro” –que derivó en proteccionismo, como en Brasil– ni el deliberado encierro hacia una industrialización sustitutiva de importaciones, ni la industrialización planificada desde el Estado, lograron algo que era muy anhelado bajo el pensamiento cepalino, llevando incluso a su inspirador, Raúl Prebisch, a lamentar que nada estaba escrito en piedra al ver languidecer la teoría que propulsó, dado que los determinantes factores institucionales jamás la respaldaron.

El rol protagónico que entusiastamente se pretendió dar al sector industrial y a la demanda interna con un Estado prebendal nunca llegó a ser suficiente y su éxito duró mientras hubo dinero para sustentarlo, mientras que su fracaso produjo exactamente lo opuesto, la apertura económica y comercial a fin de recomponer el desbarajuste que provocó el intervencionismo y la deficiente administración de la cosa pública, con una deuda externa impagable e hiperinflación.

La profundización de la globalización y la altísima movilidad del capital produjeron el fenómeno inesperado de la “deslocalización productiva”, provocando –literalmente– el traslado físico de plantas industriales de un país a otro, donde hubiera mejores condiciones de legislación laboral, fiscal y ambiental, dando al traste con la ansiada industrialización en los países en desarrollo, con la excepción de China y los tigres asiáticos, donde el desarrollo industrial fue promovido desde el Estado con miras a la exportación antes que al encierro, favoreciendo al capital privado.

Con un doloroso retroceso en los últimos años, cambiando el perfil comercial de Bolivia de exportador a importador neto en los sectores textil, maderero y calzados, por citar tres ejemplos… ¿cabe duda de cuál es el ejemplo a seguir?

Tomado de eldeber.com.bo 

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