Agustín Saavedra
En abierta contradicción con el predicamento conjunto de gurúes neomaltusianos de moda y de los acostumbrados fatalistas de siempre, he aquí que asistimos en estos días a un verdadero reverdecer energético en el ámbito del hemisferio occidental que está cambiando el panorama mundial.
El analista argentino Jorge Castro expresó hace poco que el acuerdo entre YPF (ex Repsol) y la compañía petrolera chino-argentina Bridas para explotar en conjunto los yacimientos de shale gas de Vaca Muerta (Neuquén) es un acontecimiento de importancia global: marca la apertura del país del Plata hacia las novedosas formas de explotación del gas mediante el sistema de rocas de esquisto, proceso que si bien tiene costos elevados al inicio, abre una veta muy rica en materia de oferta disponible para el futuro.
Es más, en Estados Unidos los precios del gas se han derrumbado en los últimos años debido justamente a este nuevo tipo de explotación del hidrocarburo. El cambio geopolítico del mapa energético planetario ya es notable. La superpotencia norteamericana tiene actualmente excedentes de gas y probablemente en pocos años más vuelva a ser autónoma en materia de petróleo, sobre todo con la sumatoria de los descubrimientos adicionales que se realizan en los yacimientos off shore de mar adentro. No en vano los abastecedores tradicionales del Oriente Medio -particularmente Arabia Saudita- se encuentran preocupados.
Como escribí tiempo atrás, el carbón -aunque villano por su capacidad contaminante- sigue teniendo un gran protagonismo y éste no amengua ni da señales de disminuir.
Los biocombustibles -tan ponderados a principios del tercer milenio- actualmente inciden en porcentajes insignificantes en materia de oferta energética internacional. Hemos llegado a un punto en el que el tradicional combustible fósil se renueva y surge nuevamente como fuerza elemental en el movimiento de los servicios e industrias que dependen de él.
Solamente en Argentina, aparte de Vaca Muerta, se tiene información tangible de 22 formaciones de shale gas. Entre ellas, la más prometedora es la de San Alfredo, situada en la región de Los Monos, en la Cuenca del Chaco-Paraná. Hay muchas otras formaciones de shale gas en Estados Unidos y en varias regiones del globo.
En su debido momento todas serán explotadas, el precio del gas se vendrá abajo. Es más, ya está en picada. Agreguemos que a medida que se sofistica el método de búsqueda, está demostrado que se encuentra más petróleo. El tan anunciado “fin” de lo fósil aún está por verse, problemas globales de medio ambiente al margen.
Bolivia debería haber estado atenta a estos desarrollos y no indiferente o apática, como aparentemente ocurrió. Sin ir muy lejos, el crecimiento de la oferta de gas en la Argentina nos hará perder mercados que pensábamos los teníamos asegurados. Ya nadie puede garantizar a futuro que Bolivia será el “hub” energético del Cono Sur; pudo ser, pero en su momento no se hizo lo que correspondía. Los tiempos cambiaron, las oportunidades perdidas parece que lamentablemente quedaron perdidas para siempre.
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Agustín Saavedra Weise es economista y politólogo. Fue canciller.
Tomado de paginasiete.bo