OSCAR ORTIZ

Santa Cruz es el departamento que más crece en Bolivia y el que ha logrado mayores niveles de desarrollo humano y económico. Esto es fruto del llamado modelo cruceño, basado en la iniciativa privada, en su orientación productiva y agroexportadora, en una reducida injerencia del Estado en la economía regional, en un fuerte apoyo a la construcción de infraestructura rural, en una destacada participación de la sociedad civil en la organización de instituciones que solucionen problemas públicos no atendidos por el Estado, y en una gran vocación de integración con el exterior.

Los hitos que han marcado la historia cruceña siempre han tenido como causa central la búsqueda de progreso y el desarrollo. No han sido reivindicaciones nacionalistas o segregacionistas, sino demandas de integración nacional, de vinculación internacional y de superación del aislamiento que nos sumergía en la pobreza y el atraso.
Algunos consideran que el modelo se ha agotado. El debate siempre es sano y es la esencia de la democracia.

Obviamente, no es un modelo físico o matemático. Es una construcción social que evoluciona constantemente y que debe adaptarse a las condiciones actuales de la realidad social, política y económica que vivimos. Mientras más grandes seamos, más complejos serán los problemas y más grandes los desafíos, para atender las necesidades de una población que tiene el mayor crecimiento demográfico del país y que recibe una migración constante de miles de familias bolivianas que buscan un mejor futuro.

Frente al nuevo fracaso del centralismo estatista y rentista que vive Bolivia, que una vez más ha malgastado los ingresos extraordinarios de la nación por los altos precios internacionales de las materias primas que exportamos, el modelo cruceño es lo más parecido que tiene el país a los ejemplos exitosos de los países latinoamericanos que están construyendo sociedades de clase media, con políticas que combinan la lucha contra la pobreza con el crecimiento económico. El desafío es continuar esta senda, construyendo y fortaleciendo nuestra autonomía departamental y preservando esa cultura abierta, productiva y progresista, que es el verdadero corazón del modelo

Tomado de eldeber.com.bo

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