WILFREDO ROJO 

Bolivia no supo aprovechar en su momento los altos precios de los hidrocarburos y se hizo derroche de la renta petrolera, en vez de llevar adelante una política precavida de inversión para el crecimiento y desarrollo, ahora toca encarar el desplome del crudo; por eso, en el presente artículo de opinión proponemos tareas específicas en materia política y económica para intentar minimizar en el país los efectos negativos que se vienen para la próxima gestión 2015, y siguientes años.

El mal gasto de las arcas nacionales acelerada y desproporcionada que se ha generado en el país desde 2006 no consideró el mediano y largo plazo de la economía nacional, y las autoridades de la Administración actual de Gobierno se ofuscaron con los dineros provenientes de los hidrocarburos y minerales. Por 6 años se vivió el hiperciclo de la economía jamás visto en el siglo XX e inicios del XXI, y Bolivia perdió la opción que tenía de crecer a tasas asiáticas (más del 10%), y de países como Chile, Perú, Colombia, Panamá, Paraguay, y Brasil en su momento; Bolivia creció al 4.4%.

Para 2015 el Presupuesto General del Estado (PGE) se ha formulado sobre un precio de US$ 80 barriles diarios de petróleo (bdp), pero la realidad nos está mostrando que la propensión a la baja seguirá, lo que incidiría en la ejecución del PGE.

En el ámbito político proponemos las siguientes: 1) Que el Gobierno modifique su política a favor de la seguridad jurídica, y la no intromisión en el Poder Judicial; 2) Encarar la urgente necesidad de instaurar, a carta cabal, la institucionalidad en el país; 3) Un pacto fiscal para un desarrollo acelerado, armónico y autonómico en cada una de las regiones, con inversión, generando mayor productividad para el sector privado: 4) Una política irrestricta que favorezca las exportaciones y la apertura de mercados internacionales; y 5) Revisión y corte del gasto público excesivo, y direccionar los recursos a la inversión.

En el ámbito económico sugerimos: 1) Implementar la inversión pública para una logística total en todas las regiones del país, incentivando el desarrollo productivo; 2) Crear clausters regionales de productos industriales propios, con autonomía para un desarrollo competitivo dirigido a la exportación; 3) Dejar de crear empresas estatales poco competitivas que disputan con la empresa privada nacional, y encarar con seriedad proyectos de real importancia como son el de Rositas, que tiene 5 impactos: hidroeléctrico, agua para consumo humano, riego para el desarrollo del Chaco, instalación de agroindustrias, y control de inundaciones. También está el proyecto minero del Mutún que no solo debe ser de extracción del hierro, sino siderúrgico-industrial; ambos proyectos están en el departamento de Santa Cruz; 4) Apoyo y trabajo coordinado con las gobernaciones para un mejor desempeño de los diferentes rubros de productividad; 5) Al haberse invertido los ciclos económicos se debe realizar una reforma tributaria profunda que apalanque el crecimiento económico del país, ya que la Ley 843 de 1985 cumplió su objetivo y ya no contribuye a un crecimiento eficaz y eficiente como requiere Bolivia.

No es hora de culpar a nadie por las leyes del mercado, es hora de afrontar la realidad con propuestas concretas y factibles para un desarrollo efectivo en el corto y mediano plazo.

Tomado de eldeber.com.bo 



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