RICARDO PAZ 

Bolivia es un país predominantemente mestizo; una nación constituida por varias culturas y donde se hablan muchas lenguas. Esta terca verdad nuevamente se abrió camino y se muestra refulgente entre los variados resultados del Censo Nacional de Población y Vivienda realizado el año 2012.

Se ha corregido de esta manera un equívoco que sirvió para muchos fines en la última década. Los resultados del censo del año 2001, debido a una pregunta mal planteada, permitieron que se propagará como reguero de pólvora la impostura de que Bolivia era un “Estado plurinacional con predominancia indígena”. Ahora, se ha repuesto la evidencia histórica y sociológica de nuestra condición mestiza, base y sustancia de nuestra calidad nacional.

El proceso de mestizaje lleva casi 500 años por estas tierras y ha tenido hitos fundamentales de profundización como la creación de la República hace 188 y la Revolución Nacional hace 61. Bolivia es una construcción constante que amalgama razas, culturas, lenguas y filosofías, en un producto notable de síntesis positiva que es el mestizo.

Bolivia no es un Estado plurinacional con predominancia indígena, tal como se pretendió consagrar con una agresiva campaña propagandística a partir de los resultados del censo de 2001. El bombardeo fue incesante desde las ONG, desde cierta academia y sobre todo desde intereses políticos que vieron la oportunidad de medrar con la falacia. Bolivia, en realidad, es una nación pluricultural y multilingüe construida con la confluencia de vigorosas vertientes que se encontraron y mezclaron a lo largo de varios siglos. No es un Estado plurinacional porque no hay “naciones” que lo constituyan: ni los quechuas ni los aymaras, mucho menos los otros 34 pueblos denominados “indígena originario campesinos”, pueden ser definidos como tales. Se trata de comunidades culturales y lingüísticas que NO poseen un “locus político”, vale decir un centro de poder y menos unos límites espaciales y temporales que lo contengan.

No son naciones porque no poseen un ámbito político en el cual existen diferenciadas del resto. Son, claro que sí, entidades culturales vigorosas que han sobrevivido y contribuyen de manera protagónica al proceso irrefrenable del mestizaje, pero que existen indiferenciadas políticamente al interior de la nación boliviana.

Esto es lo que ha develado con claridad el censo de 2012: los quechuas, que son casi un millón trecientos mil, están repartidos por todo el país, igual que los aymaras, que son un poco menos, pero que de la misma manera ocupan todo el territorio nacional. Quechuas, aymaras, chiquitanos, guaraníes, mojeños y guarayos, por nombrar los más numerosos, junto a los mestizos, que suman más de cuatro millones, constituimos la nación boliviana, entidad que nos contiene, nos agrupa y nos da identidad, pero sobre todo nos permite constituirnos en una comunidad de destino.

Ahora, desmentida la pretensión plurinacional con predominancia indígena, nos queda enfatizar todo los que nos une a las bolivianas y a los bolivianos, y tratar de esa manera echar abajo todos los muros con que pretendieron hacernos creer que estábamos divididos y segregados.

Durante varios años nos quisieron convencer para aceptar una suerte de “apartheid”, pero supimos resistir el embate.

Bolivia volvió a demostrar que es mucho más que sus circunstancias con la respuesta a la pregunta 29 del censo 2012.

Finalmente, y no es poca cosa, pero será motivo de otra reflexión, el censo 2012 dice que el 95% de las bolivianas y bolivianos mayores de 15 años saben leer y escribir, obviamente en la lengua en que nos alfabetizamos: el castellano. ¿Puede haber un dato más concluyente de lo que hoy día somos?

La nación boliviana quedó al descubierto en todo su vigor y esplendor en el censo 2012 y dejó claro, una vez más, que constituimos una unidad compuesta de mucha diversidad; que en nuestras diferencias está nuestra riqueza, pero que en nuestra unidad está la fuerza.

Ricardo Paz es sociólogo.

Tomado de paginasiete.bo 

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