KAREN LONGARIC 

Razones de orden histórico, político y económico sitúan al tema marítimo como el objetivo más importante de la política exterior boliviana. En el último tiempo se han realizado pronunciamientos y opiniones que no exteriorizan con claridad y precisión la verdadera dimensión de las gestiones judiciales que se adelantan en la Corte Internacional de Justicia. Por la importancia que tiene la vocería de la demanda marítima y la indiscutible influencia que el expresidente Carlos Mesa ejerce en la opinión pública nacional, siento el deber de hacer algunas precisiones y comentarios sobre la posición expresada por el expresidente en un artículo publicado el 11 de junio de 2017, intitulado "La Haya no es el final del camino”.



En dicho artículo manifiesta que "cuando Bolivia decidió iniciar una demanda contra Chile, escogió el camino correcto, impecable desde lo jurídico y firme desde el punto de vista diplomático y político”.

No queda claro si la decisión de judicializar el tema marítimo resulta impecable jurídicamente por la contundencia de los argumentos esgrimidos en la demanda o simplemente por el hecho de haber emplazado a Chile ante un estrado judicial internacional. Estimo que el expresidente se refiere a la argumentación jurídica de fondo. Sin embargo, creo que solamente la Corte, luego de evaluar los datos del proceso, podrá hacer una apreciación jurídica tan categórica. Si la demanda tiene solidez jurídica, la Corte declarará que Chile debe negociar con Bolivia. Si la Corte deniega la petición boliviana, significará que nuestros argumentos jurídicos no fueron suficientemente convincentes.

El camino elegido será "firme desde el punto de vista diplomático y político”; sólo si logramos que Chile se siente a negociar con Bolivia una salida al mar, de buena fe y predispuesto a solucionar el problema. En la fase judicial no se miden éxitos políticos y/o diplomáticos. Esa evaluación se efectuará en la etapa de la negociación, no en vano se dice que la negociación es el mecanismo político y diplomático idóneo para solucionar pacíficamente los conflictos entre Estados.

El expresidente asevera que la demanda "descolocó” a los chilenos y que la excepción planteada por éstos fue "desbaratada y rechazada” por la Corte. Evidentemente, la excepción chilena fue rechazada. Pero para que la Corte se declare competente fue necesario que Bolivia manifieste que no pedía a la Corte que juzgue y declare que Bolivia tiene derecho a una salida al mar. Tampoco solicitaba que la Corte se pronuncie sobre el status jurídico del Tratado de 1904, afirmando que éste está vigente y no existe disputa respecto de su validez. Bolivia asintió que la CIJ no tiene competencia para conocer una solicitud sobre un derecho de Bolivia de acceso soberano al mar.

No olvidemos que por más de una centuria Bolivia enarboló la tesis que reputaba nulo el Tratado de 1904, argumentando que fue suscrito bajo amenaza y coacción. En este escenario -impecable jurídicamente y firme política y diplomáticamente-, como sostiene el expresidente Carlos Mesa, Bolivia testificó ante la CIJ que el Tratado de 1904 es válido y no objeta su vigencia.

Agrega que Chile fracasó en el escenario diplomático y político porque Bolivia "posicionó con claridad la realidad de que sí hay temas pendientes entre ambas naciones, y que el Tratado de 1904 no ha resuelto la cuestión central de nuestra mediterraneidad”. ¡Obviamente no ha resuelto! Por el contrario, el Tratado de 1904 estableció nuevos límites territoriales que cercenaron nuestra cualidad marítima. Pero, forzada o no, Bolivia aceptó dichos límites y en el actual contexto lo ha ratificado ante la CIJ. Está pendiente la resolución de la controversia sobre la obligación de Chile de negociar con Bolivia. Al respecto, la Corte ya ha anticipado que en el supuesto de que Chile tenga que negociar con Bolivia, la CIJ no podría predeterminar el resultado de esa negociación, que no es competente para ello.

Observa la posición de Bachelet y de Piñera, y luego dice: "Es imperativo establecer un camino que prepare una plataforma de diálogo con nuestro vecino del suroeste”. Descalifica a la política exterior chilena, dice que estuvo "sobrevalorada”. Luego, previene que "lo esencial es no perder de vista que el objetivo en La Haya es lograr una negociación de buena fe y en términos razonables, para llegar a la anhelada meta histórica”. Convoca a "trabajar en un escenario diplomático en el que se proteja la imagen del Presidente”. Proclama que "el día del fallo no es el final del camino, sino el comienzo” y "será el tiempo de la construcción de un nuevo enfoque entre ambas naciones”. En mi criterio, descalificar y confrontar con los potenciales interlocutores no es un acierto político, ni diplomático. Así no se puede preparar "una plataforma de diálogo con nuestro vecino del suroeste”, como propone Carlos Mesa.

Karen Longaric R. es profesora de Derecho Internacional en la UMSA.

Tomado de paginasiete.bo

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