JULIAN ADORNEY 

Es sabido que Frédéric Bastiat sostuvo que “si los bienes no cruzan las fronteras, lo harán los soldados”.

Bastiat argumentó que el libre comercio entre los países podría reducir el conflicto internacional, porque el comercio forja conexiones entre las naciones y da a cada país un incentivo para evitar la guerra con sus socios comerciales. Si cada nación fuera una isla económica, la falta de interacción positiva creada por el comercio podría dejar más espacio para el conflicto. Doscientos años después de Bastiat, los liberales toman esta idea como un evangelio. Por desgracia, no todo el mundo lo hace. 

Proteccionismo y guerra

¿Por qué el proteccionismo conduce a conflictos, y por qué el libre comercio ayuda a prevenirlos? Las respuestas, aunque bien conocidas por los liberales clásicos, son dignas de ser mencionadas.

En primer lugar, el comercio genera buena voluntad internacional. Si los hombres de negocios chinos y estadounidenses negocian de forma regular, ambas partes se benefician. Y el beneficio mutuo dispone a la gente a buscar lo bueno en los demás. El intercambio de mercancías también promueve un intercambio de culturas. Durante décadas, los estadounidenses vieron a China como un país misterioso con valores extraños, incluso hostiles. Pero en el siglo 21, el comercio entre éstas naciones ha incrementado notablemente, y ambos países se conocen un poco mejor ahora. Los adolescentes propietarios de iPods en China son como los adolescentes estadounidenses, por ejemplo. No son terriblemente misteriosos. Del mismo modo, los chinos ahora entienden la democracia y el consumismo americano más de lo que alguna vez lo hicieron. Los países tal vez no encuentren superposición de todos los valores de cada uno, pero el comercio nos ha ayudado por lo menos a entendernos el uno al otro.

El comercio ayuda a humanizar a las personas con las que comercias. Y es más difícil querer ir a la guerra con tus socios comerciales que con un país que sólo ves como líneas en un mapa.

En segundo lugar, el comercio da a las naciones un incentivo económico para evitar la guerra. Si la Nación X vende su mejor acero a la Nación Y, y sus empresarios cosechan un montón de beneficios a cambio, entonces los hombres de negocios de ambos lados van a oponerse a la guerra. Este fue el caso de Alemania y Francia, justo antes de la Primera Guerra Mundial. Alemania vendía acero a Francia, y los empresarios alemanes se opusieron firmemente a la guerra. Sólo a regañadientes llegaron a apoyarla cuando los ministros alemanes les dijeron que la guerra sólo duraría unos pocos meses. El acero alemán tenía un fuerte incentivo para oponerse a la guerra, y si la situación hubiese progresado un poco diferente – o si el gobierno alemán hubiese sido un poco más realista en cuanto a la línea de tiempo de la guerra – el incentivo podría haber dejado a Alemania fuera de la Primera Guerra Mundial.

En tercer lugar, el proteccionismo promueve la hostilidad. Es por esto que el libre comercio, no sólo el comercio global (que podría ir acompañado de altos aranceles y cuotas), conduce a la paz. Si Estados Unidos impone un arancel a los automóviles japoneses, ese arancel hace daño a las empresas japonesas: Crea hostilidad de Japón hacia los Estados Unidos. Japón podría incluso tomar represalias con un arancel sobre el acero EE.UU., perjudicando a los fabricantes de acero de Estados Unidos y enojando a nuestro gobierno, que tomaría represalias con otro arancel. Ambos países ahora tienen una excusa para aprovechar los sentimientos nacionalistas para ganar apoyo en casa; eso hace que la guerra abierta con el otro país sea más fácil de vender, en caso de llegar a esa situación.

En los círculos académicos de socio economía, a esto se le llama el proceso de Richardson de las hostilidades recíprocas y crecientes; Estados Unidos perjudica a Japón, que se venga, haciendo que Estados Unidos tome represalias de nuevo. La historia demuestra que el proceso de Richardson puede aplicarse fácilmente al proteccionismo. Por ejemplo, en la década de 1930, los países industrializados elevaron los aranceles y las barreras comerciales; los países evitaron el multilateralismo y se volvieron hacia adentro. Estas decisiones llevaron al aumento de las hostilidades, lo que ayudó a poner a la Segunda Guerra Mundial en marcha.

Estos factores ayudan a explicar por qué el libre comercio lleva a la paz, y el proteccionismo conduce a más conflicto.

Libre comercio y paz

Una nota final: la democracia es un elemento de disuasión bien documentado: Cuanto más democrático se convierte un país, menos probable es que recurra a conflictos internacionales. Sin embargo, reducir el proteccionismo, es doblemente más eficaz en reducir el conflicto que volverse más democrático.

Aquí en los Estados Unidos, se habla mucho acerca de la difusión de la democracia. Invadimos Irak en parte para “difundir la democracia”. Un artículo de opinión del New York Times escrito por el Profesor Dov Ronen, de la Universidad de Harvard, afirmó que “Estados Unidos ha estado librando una campaña ideológica para difundir la democracia en todo el mundo desde 1989. Una de las justificaciones para nuestra cruzada internacional es hacer del mundo un lugar más seguro.

Tal vez, en lugar de esto, deberíamos pasar un poco más de tiempo difundiendo el libre comercio. Eso puede realmente conducirnos a un mundo más pacífico.

Tomado de miseshispano.org

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