DAVID BROOKS
Estamos en una era dorada para los “ellismos”. Esta es una creencia de que hay una élite malévola allá afuera y “ellos” están destruyendo la vida del resto de nosotros.
Por un lado, está el “ellismo” de la lucha cultural de Donald Trump: las élites culturales de las costas odian a los estadounidenses genuinos, desprestigiando nuestros valores y abriendo nuestras fronteras. Por otro lado, está el “ellismo” de la lucha de clases de Bernie Sanders: los billonarios han manipulado la economía para beneficio propio y para empobrecer a todos los demás.
Cada una de estas versiones adopta una tensión real en la sociedad y la exagera hasta convertirla en una caricatura en la cual una parte de los Estados Unidos está intentando destruir a la otra parte.
El Partido Republicano ha sido totalmente absorbido por la lucha cultural de Trump, y muchos demócratas parecen estar precipitándose a unirse a la lucha de clases de Sanders.
Estos demócratas están haciendo lo anterior a pesar de que es suicidio político.
El progresismo de la lucha de clases siempre pierde ante la lucha cultural del conservadurismo porque los votantes de los Estados “swing” (Estados cuyas preferencias electrorales oscilan de un partido a otro) en el Medio-oeste de Estados Unidos priorizan más sus valores – armas, patriotismo, eliminar el aborto, la masculinidad, lo que sea – que la conciencia de clases del proletariado.
Los del Partido Demócrata están haciendo esto a pesar de que la versión de la lucha de clases de Sanders está equivocada.
Sanders empieza con una verdad: los trabajadores necesitan más poder de negociación ante sus empleadores respecto a sus salarios. Pero luego expande esto y lo convierte en una ideología que intenta aplicarse a todo: el capitalismo es un sistema de explotación en el cual el poder capitalista domina completamente al poder trabajador. Esta ideología se estrella contra los hechos.
En primer lugar, a lo largo de los últimos años, los salarios de los trabajadores en la parte de más abajo del flujo de ingresos ha estado incrementándose de manera más acelerada que los salarios de los que se encuentran en la parte de arriba. ¿Cómo sería esto posible si los jefes realmente tuvieran a sus empleados como esclavos?
En Segundo lugar, los salarios siguen siendo determinados de manera general por las capacidades y la productividad. Por ejemplo, Edward Lazear de la Universidad de Stanford ha encontrado que entre 1989 y 2017 la productividad de las industrias de alta-capacidad se incrementó en 34 por ciento y los salarios se aumentaron en alrededor del 24 por ciento.
Michael Strain del American Enterprise Institute afirma (1) que el capitalismo está haciendo lo que se supone que debería estar haciendo. Está recompensando a la productividad con una alta remuneración, y algunas personas y empresas son más productivas. Si mejoras el poder de negociación del trabajador, eso puede ayudar un poco, pero en el largo plazo la gente no puede ganar lo que no produce.
En tercer lugar, y el más importante, la mayoría del incremento en la desigualdad en ingresos ha ocurrido entre empresas, no dentro de ellas. John Van Reenen del M.I.T. ha determinado que a lo largo de todo el mundo los negocios estrella están corriendo muy por delante de sus competidores. Mientras esas empresas se vuelven más productivas, obtienen mayores ganancias por empleado y pagan más a sus trabajadores. Las empresas que no pueden alcanzar ese nivel de productividad no lo hacen, y sus trabajadores quedan rezagados.
En un reporte reciente del Instituto Brookings y la Fundación Chumir (2), se resalta que hay una creciente brecha de productividad entre las empresas estrella y todas las demás. Ya sea en tecnología, comercio, manufactura, bienes o servicios, el crecimiento en la productividad de las empresas líderes en cada industria se ha mantenido con fuerza. Esos negocios productivos están ganando pedazos del mercado cada vez más grandes. Pero la productividad no está creciendo tan rápido en las empresas que se están rezagando, y los empleados en esas empresas sufren.
Los jefes exitosos de hoy en día están haciendo lo que deberían estar haciendo: incrementar la productividad, hacer crecer su negocio y ofrecer un buen servicio. Un efecto secundario de esta eficiencia es que gastan una menor parte de su ganancia en los trabajadores, aún cuando incrementan los salarios de todos los empleados. En una economía de la era de información global, las recompensas por ser el mejor son enormes.
Es así como el problema central no es la explotación capitalista de los trabajadores; es el incremento en la desigualdad de la productividad. Son las empresas y los individuos que no tienen las capacidades para tomar ventaja de nuevas tecnologías.
Por ende, la verdadera solución, no es la lucha de clases para golpear a las empresas exitosas. Es incentivar y expandir la productividad para todos los demás. Eso se logra de la manera tradicional – mejores escuelas y mejor entrenamiento vocacional, mercados más competitivos, creando incentivos para expandir la inversión, y asegurándose que las empresas estrella no usen a los cabilderos para solidificar sus ventajas.
Yo entiendo si tú quieres aferrarte a una ideología de nosotros versus ellos. Es emocionalmente satisfactorio basar tu ideología política culpando a la gente que no te cae bien. De hecho, recomiendo el nuevo libro de Michael Lind. “La Nueva Lucha de Clases”, la cual es la mejor versión de nosotros versus ellos.
Lind hace muchas generalizaciones ambiguas sobre la “élite gerencial”, a la cual culpa por nuestros problemas. Pero al menos lo hace de manera interesante y provocativa. Al menos entiende que un “ellismo” políticamente factible es económicamente zurdo y socialmente diestro – combinando la lucha cultural y la lucha de clases en lo que resulta en una narrativa muy ordenada.
Pero si lo que te interesa es lidiar con nuestros problemas reales, deja de lado la lucha de nosotros vs. ellos y empieza a lidiar con la desigualdad de productividad.
Los empresarios exitosos están haciendo lo que es mejor para sus empresas, acumulando el mejor talento que pueden. Esto no es malicioso. Esto no es explotación.
El rol de las políticas públicas es lograr que sea más fácil para todos hacer lo que la gente exitosa está haciendo. La productividad es la clave para la prosperidad nacional. Cada vez que incrementamos la productividad para una persona, todos juntos prosperamos un poco más.
(1) https://www.bloomberg.com/opinion/articles/2019-12-31/low-skilled-workers-are-less-productive
Tomado de nytimes.com