EDUARDO BOWLES
Todos hablan de “Vaca Muerta” el megacampo ubicado en la provincia argentina de Neuquén y al que le atribuyen el potencial de inundar de gas el continente. De hecho, ya se anunció que nuestro vecino y el más antiguo cliente del gas boliviano, es el flamante proveedor de Chile y Brasil, dos mercados naturales de Bolivia.
Muchos aseguran que "Vaca Muerta" será la ruina de nuestro gas, lo que equivale a decir, el fin de la principal fuente de ingresos del país. Los vaticinios son altamente pesimistas, pues parece inminente que Argentina dejará de comprarnos y que Brasil reducirá drásticamente los volúmenes que viene importando desde 1999.
Pero es falso que "Vaca Muerta" sea el causante de las desventuras de la industria gasífera boliviana. La “gasificación” del continente americano es todavía incipiente, existen muchos mercados por cubrir, la demanda aumenta de manera exponencial y Bolivia no solo tiene la experiencia necesaria, sino la infraestructura instalada para ser uno de los principales proveedores.
Eso fue precisamente lo que comenzó a pergeñarse a mediados de la década de los 90 y gracias a los numerosos hallazgos, la construcción del gasoducto a Brasil, la firma de un contrato favorable y el auge de las inversiones extranjeras, Bolivia se convirtió en la vedette de la región, con miras a extender las ventas a México, Estados Unidos y Chile, en los dos primeros casos, a través de barcos metaneros y una nueva modalidad (LNG) que en ese momento era prácticamente desconocida y que se ha vuelto una rutina y por supuesto, una de las principales amenazas del gas boliviano, tal como sucede con la explotación no convencional de "Vaca Muerta".
El fracaso de nuestro gas comenzó cuando los grandes promotores del cambio y de la revolución pusieron el carretón delante de los bueyes, a la politiquería y los fantasmas ideológicos primero que la economía, cuyas leyes no se puede violar y que acarrea consecuencias lapidarias.
La culpa de todo está en el patrioterismo que exacerbaron en 2003 y que nos llevó a abandonar el proyecto de exportación que hubiera catapultado al país a sitiales inimaginables para una de las naciones más pobres del continente; la responsabilidad es de quien en 2004 amenazó al presidente Carlos Mesa con un juicio por traición a la patria, por haber ampliado el contrato con Argentina y que muerto de miedo, llevó al exmandatario a pronunciar aquella frase tristemente célebre: “ni una molécula de gas a Chile”. La culpa de todo está en la nacionalización “a las patadas” que impulsó el régimen, por pura soberbia nomás y que provocó una sequía de inversiones que lleva 12 años y que nos está llevando a incumplir los contratos con Argentina y Brasil. Cómo vamos a culpar a "Vaca Muerta", si mucho antes de que empiece el auge de este yacimiento, Bolivia envía casi un 40 por ciento menos de gas a sus dos únicos clientes.
Tomado de eldia.com.bo