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HUMBERTO VACAFLOR

Que la minería entre en crisis es un hecho recurrente en la historia de Bolivia. Sin embargo, siempre que llegan, estas crisis encuentran al país en calzoncillos. Quizá esta vez los gobernantes tuvieron la idea de que, al haber durado tantos años la buena racha de los altos precios, no había que preocuparse, pues el ‘blindaje’ se ocuparía de todo (se llama así al doble fondo que tiene la economía boliviana, con actividades sumergidas tanto o más fuertes que las de la superficie). Lo cierto es que esta vez llegó la crisis, porque los precios cayeron, lo que encontró los costos mucho más altos que antes, y ahora nadie sabe qué hacer con este sector.

Durante el auge todo era fácil, se aumentaban salarios, se incrementaba la planilla de trabajadores, se hacían ostentaciones de todo tipo, pero ahora, con lágrimas en los ojos, los genios que manejan la economía del país están lloriqueando. Un diálogo refleja la incompetencia general:
- Las cooperativas mineras piden al Gobierno que compre todo lo que ellas produzcan y les pague precios altos, y que luego lo venda todo cuando el mercado haya vuelto a la bonanza, y todos quedarían en paz.

- El ministro de Minería responde que las cooperativas no deben pasarse de listas con este pedido, porque ya le deben al Gobierno Bs 30 millones por las herramientas y los equipos que recibieron, con plazos de pago que ahora se están cumpliendo.

Ante lo cual los dirigentes de las cooperativas responden diciendo que, a pesar de su propaganda, este también es un Gobierno insensible con los trabajadores y que quizá ahora todas sus bases (unas 150.000 personas) piensen en alguna forma de castigo electoral el 29 de marzo.

Aparte de este tan poco edificante diálogo, ninguna idea sobre la manera cómo se ha de encarar la crisis minera. Exactamente como ocurrió con los gobiernos del nacionalismo revolucionario, del neoliberalismo y ahora del Gobierno con careta de indigenista. Chile ha pedido que se deje de enviar mineral en vagones ferroviarios sin techo, porque deben ser descargados al aire libre y provocan contaminación, sobre todo si no se venden nunca, por la baja demanda. ¡Qué sorpresa, qué tamaña incongruencia! ¡Nunca antes se había visto una cosa así!

Tomado de eldeber.com.bo