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propiedad-privada1GABRIEL ZANOTTI

Es un gusto estar aquí en este seminario organizado por el Instituto Ecuatoriano de Economía Política y compartir esta mesa con tan ilustres oradores. Vamos a desarrollar este tema tan delicado que tiene que ver con la relación entre la propiedad privada y la pobreza. Comenzaré diciendo que la propiedad privada no tiene precisamente buena fama en cuanto a la generación de riqueza para todos. Tal vez tiene alguna fama en cuanto a la creación de riqueza para unos pocos, para los ricos, pero al parecer genera al mismo tiempo, una situación de pobreza muy extendida para la mayor parte de la gente. Esta versión de la propiedad privada como causante de pobreza ha sido generada filosóficamente por uno de los pensadores más importantes de toda la historia de la filosofía y que sigue influyendo actualmente, que es Carlos Marx.

Carlos Marx desarrolló la teoría de la explotación y de la pauperización creciente. ¿Qué significa esto? Para Marx el capitalismo, que es una etapa de la evolución dialéctica de la historia, requiere como base institucional la propiedad privada, y ese capitalismo genera un sistema de explotación entre empresarios y empleados. Esa explotación es necesaria, para Marx no es algo que puede ocurrir o no, para Marx la historia es la historia de la lucha de clases que llega en el capitalismo a su momento culminante porque todo empresario para él es un explotador y todo empleado es necesariamente explotado por medio de la plusvalía. Plusvalía significa que como para Marx la única fuente de valor es el trabajo, todo lo que realiza el empleado con su labor que produce ganancia, es un robo. Esta teoría descansa en la premisa falsa de que la única fuente de valor es el trabajo.

Marx propuso otra de sus famosas predicciones: la teoría de la pauperización creciente. Esto es, que a medida que se asiente el capitalismo, la pobreza en las naciones capitalistas iba a ser cada vez más extensa. Esa idea de la pauperización creciente producto de la propiedad privada, el capitalismo y el mercado, se extendió mucho académicamente, se extendió mucho a nivel de creencia popular. Sigue siendo muy aceptada tanto académicamente como popularmente. Además se extendió a nivel internacional. Esto es si alguien dijera que en las naciones más desarrolladas el nivel de pobreza ha disminuido, los marxistas explicarían ese fenómeno diciendo que las naciones desarrolladas, industrializadas, del hemisferio norte, la pobreza ha disminuido a costa de la explotación de las naciones pobres del hemisferio sur. Quiere decir que los marxistas extendieron la teoría de la pauperización creciente a nivel internacional.

Aquí viene un segundo punto, muy importante. Y este es, ¿por qué Marx estaba equivocado en esto? Justamente ya a fines del siglo XIX los economistas austriacos le contestan a Marx, especialmente un economista de nombre Eugen von Bohm-Bawerk, en una obra muy larga, que la denomina “Capital e Interés” explica algo que es fundamental y que llegó poco a nivel académico: cómo se genera, precisamente, la riqueza para la mayor parte de la población. Porque la pobreza, a diferencia de lo que Marx consideraba, no es producto del capitalismo, no es una etapa de la historia que esperaba la dictadura del proletariado para desaparecer. Hay pobreza porque hay escasez, que es una condición natural de la humanidad. La escasez significa sencillamente que la naturaleza no nos ha provisto a los seres humanos lo necesario para la satisfacción de nuestras necesidades humanas. Los bienes y servicios que demandamos no están colgados de los árboles, no surgen como maná del cielo.

El alimento, el vestido, las necesidades más elementales, por no decir las otras necesidades, no surgen de la nada. Es necesario un largo y delicado proceso de producción de esos bienes y servicios. Hay que producirlos. ¿Y cómo hacer para producir esos bienes y servicios para la mayor parte de la población? ¿Cómo hacer para que una situación de escasez relativamente se revierta? Porque la escasez no se puede eliminar, se puede minimizar.

Es una utopía imaginarse un mundo sin escasez. Pero sí se puede minimizar. ¿Cómo hacer para minimizar la escasez? La clave para minimizar la escasez es que hay que comenzar a producir una mayor cantidad de bienes y servicios que lleguen a la mayor parte de la población de tal modo que haya la mayor cantidad de oportunidades de consumo para la mayor cantidad de la población. El punto fundamental es el ahorro. Este es un tema relativamente olvidado por la teoría económica cuando se habla de la escasez, ¿por qué el ahorro? Porque si nosotros estamos en una situación en que estamos consumiendo los frutos de los árboles, es una situación muy primitiva desde el punto de vista económico. En ese caso necesitamos generar otros bienes y servicios. ¿Y cómo los generamos? Una parte de la energía y del tiempo que habitualmente destinamos para el consumo, lo vamos a tener que destinar al ahorro con el cual se producirán bienes de capital que aumenten la productividad.

Bienes de capital significa que podemos producir más en menos tiempo. Bienes de capital son máquinas, herramientas, que nos permiten aumentar la productividad del trabajo. Pero para producir bienes de capital, es necesario un proceso de ahorro previo. En el ámbito social esto significa que los ciudadanos sean capaces de abstenerse del consumo y que la abstención del consumo representada en dinero, va al mercado de capitales y que la tasa de interés sea el indicador por el cual sabemos cuánto ahorro tenemos para poder invertir. La inversión es el proceso de la utilización del ahorro para la producción de bienes de capital.

Cuando aumentan los bienes de capital, contrariamente a lo que Marx pensaba, hay más demanda de trabajo porque los bienes de capital son fruto de la naturaleza más el trabajo. Entonces la situación es: aumenta la producción, aumenta la demanda de trabajo a medida que aumenta el valor del capital. Quiere decir que aunque la cantidad de población siga creciendo, sin embargo, la expansión de las inversiones implica que el valor de la producción aumenta y con ello el salario real aumenta y, contrariamente a lo que Marx pensaba, a medida que se aumenta el salario real, por el aumento de la tasa de capital, las oportunidades para todos van creciendo, la capacidad de ahorro de la mayor parte de la población va creciendo.

Se produce así un círculo virtuoso: para generar bienes de capital es necesario el ahorro, la fabricación de bienes de capital implica un mayor salario real, y esto a su vez implica una mayor capacidad de ahorro lo que genera más inversiones, más cantidad de bienes de capital. Esta es la teoría básica del desarrollo. Es decir, que contrariamente a lo que Marx pensaba, a mayor capital, mayor elevación del salario real, y mayor nivel de vida para todos los pueblos, y menor va a ser la pobreza, menor va a ser la indigencia, menores van a ser las situaciones en las cuales las personas no tengan un nivel de vida digno, noción que va cambiando según las relatividades culturales. Esto es fundamental, esto es, el comprender que el ahorro y la formación de bienes de capital es vital para expandir el nivel de vida de la gente. La palabra capital está tan denostada, tan llena de connotaciones perversas, pero es la palabra que económicamente es fundamental.

El capital es lo que explica el aumento de inversiones, el aumento de demanda de trabajo y el aumento del salario real. Les interesará saber como dato anecdótico, que en la Argentina, lamentablemente, un movimiento político en los años 30 y 40 que se llamó Peronismo – movimiento que aún gobierna- y como sucede en todos los movimientos totalitarios, se le hizo al líder del movimiento, que se llamaba Perón, una cancioncita adulona, endiosante, que elogiaba la figura del líder, y una de sus frases fundamentales era “combatiendo al capital”. La cancioncita empezaba así “Perón Perón, que grande sos, el mejor trabajador… Y terminaba “combatiendo al capital”. No llama la atención, que Argentina de los años 40 en adelante, haya comenzado un proceso de subdesarrollo completamente coherente con la cancioncita, un proceso de pobreza, de miseria indignante para la mayoría de la población.

Actualmente mi país es un desierto indignante donde la gente se está muriendo de hambre de la manera más perversa. ¿Por qué? Precisamente por combatir el capital. En la Argentina, la opinión pública dominante considera que el capital, las inversiones privadas, son negativas. Así estamos. Combatir el capital es lo peor que pueden hacer si se quiere reducir la pobreza. Van a producir más pobreza. Porque aquí hay un punto importante: es el tema de la escasez. Como se puede reducir la escasez. La regulación siempre tiende a incrementarla. ¿Cómo salimos de la escasez? La población siempre se multiplica. Y está bien que sea así. Está en el Génesis. Pero entonces, ¿cómo hacer para alimentar y satisfacer las necesidades de la mayor parte de la población? Es el problema de la escasez. Lo vuelvo a decir: lo “único” que se puede hacer es ahorrar e invertir en la fabricación de nuevos bienes de capital como solución para minimizar el tema de la escasez.

Pero yo he estado dando como tácito un tema. Este ahorro, tasa de interés, inversión, capital, necesita cierta condición indispensable. Para fomentar el ahorro es necesario el mercado y la propiedad privada. La propiedad privada de los medios de producción, contrariamente a lo que se cree popularmente, no significa una acumulación de la propiedad privada en sectores ricos y protegidos por privilegios y prebendas de los gobiernos de turno. Propiedad privada no significa necesariamente grandes empresas internacionales protegidas por los gobiernos de turno. Propiedad privada significa un estimulo a la producción y al ahorro en situación de igualdad ante la ley y ausencia de privilegios, entendiéndose por privilegios prebendas y subsidios, que implican monopolios jurídicos para un grupo de personas.

En cambio, en una situación de libre mercado, debería haber ausencia de monopolios jurídicos, que haya libre acceso al mercado, libre emigración e inmigración, que no haya barreras ni para entrada o salida de personas, ni para la entrada o salida de capitales. Todas las personas que tengan emprendimientos, pequeñas, medianas o grandes industrias, se encontrarían, como debe ser, con la competencia extranjera que los obligue a mejorar la eficiencia de sus propios productos. Esa institución de la propiedad privada es un requisito. Esta institución de la propiedad privada estimulará el ahorro. Y se necesita algo más. Necesita respetar la institución del libre contrato.

Un libre contrato es fundamental para la previsibilidad a largo plazo. La propiedad privada, el libre contrato, tienen que estar protegidas constitucionalmente de manera que los inversionistas puedan prever a mediano y a largo plazo. Fíjense este ensamble entre conceptos jurídicos y económicos. Yo antes había dicho que la inversión se inicia en el proceso de ahorro. Pero al ahorro implica una visualización hacia el futuro. El ahorro es abstenerse de consumir en el presente para mirar hacia el futuro y aumentar los bienes de capital. Pero si yo no tengo una previsibilidad hacia el futuro, ¿para qué voy a ahorrar? ¿Para qué ahorrar, si nos vemos un futuro que haga fructificar nuestros ahorros? Y esa falta de previsibilidad implicará menos ahorros y por ende tasas de interés más altas. Por lo tanto, debe haber estabilidad jurídica para que los pequeños, medianos y grandes inversores, inviertan porque están pensando hacia el futuro. Eso se llama proyectos de inversión a mediano y largo plazo.

Debe haber protección de los contratos en la Constitución, pero esto no significa protección de los ricos, significa protección de la propiedad privada para todos los que estén en el mercado. Es una gran injusticia que los pequeños y medianos productores tengan que cumplir una serie infinita de reglamentaciones, mientras que las empresas multinacionales puedan invertir ya que pueden afrontar el costo de las reglamentaciones injustas, mientras que el pequeño y mediano productor no lo puede hacer. Por lo tanto todos los controles innecesarios que se le aplican al mercado deben ser eliminados. El control debe ser sencillamente la igualdad ante la ley, el cumplimiento al contrato establecido, pero no una serie de reglamentaciones infinitas que imposibilitan la actividad comercial.

Toda esta serie de condiciones económicas y políticas son necesarias para la inversión a largo plazo. Para reducir la pobreza, para iniciar un camino de desarrollo que beneficie precisamente a los más desprotegidos, a los más pobres, para que el nivel de vida se vaya expandiendo paulatinamente de manera que llegue a todos, es necesario un sistema constitucional que proteja las condiciones jurídicas de inversión. Ese sistema constitucional por otra parte, está unido a una serie de valores. Ese sistema constitucional implica la protección de todos los derechos individuales, de tal modo que nuestras vidas no dependan de quien llegue al poder. Quien llegue al poder debe ser sencillamente un funcionario de nosotros, para administrar los bienes públicos que expresamente se le deleguen, que deben ser pocos y necesarios, y en nuestras manos deben estar las actividades educativas, religiosas, económicas, que no deben ser pasadas necesariamente al administrador de los bienes públicos necesarios para la realización de esas actividades, como ser la justicia, la seguridad, la defensa.

Nuestras vidas no deben depender de quien llegue al poder, no debería importar quién es el presidente, o quién será el próximo presidente. Es indigno que nuestra vida dependa de una persona que puede disponer de nuestros bienes arbitrariamente, de nuestras libertades, porque todo eso además de ser inmoral genera pobreza, genera miseria. ¿Quién va a invertir en un país como la Argentina, por ejemplo, ese gran desierto del cual es dueño el matrimonio Kirchner? Tal vez las grandes empresas que pueden afrontar grandes costos se pueden dar el lujo de invertir y además, gozan de amistad y privilegio con el matrimonio Kirchner, pero la mayoría de la población sigue sumida en la miseria, en la pobreza más indignante, en la desocupación, todo eso es muy injusto. Los responsables de la pobreza son los gobiernos que impiden la acumulación de capital y que impiden la operación de libre mercado.

Vuelvo a insistir en una cuestión muy importante: hay un olvido del tema del ahorro. Yo dije antes que para que haya bienes de capital y la inversión necesaria para que haya bienes de capital, todo lo cual genera un mejor nivel de vida, es necesario el ahorro. Entonces, son necesarias una serie de garantías jurídicas, para que el ahorro sea estimulado, para que las personas sean estimuladas a ahorrar, pero no por medio de préstamos o subsidios, sino por condiciones de estabilidad que permitan ese ahorro. En ese sentido los gobiernos, a veces con buenas intenciones, son los que fundamentalmente impiden la formación del ahorro; primero por medio de impuestos confiscatorios o sencillamente, impuestos a la renta, o un alto nivel impositivo. Cuanto más impuestos, el ciudadano privado, menos puede ahorrar. Y menos que pueda ahorrar, menos inversiones van a haber. Menos inversiones van a haber, más pobreza va a existir.

Los gobiernos se defienden diciendo que ellos requieren impuestos para hacer obras públicas. Pero las obras públicas son gastos, no son inversión. Un gobierno debiera decir: voy a gastar en realizar tal puente. Para financiar un puente o lo que fuere, el estado tienes tres formas: mayores impuestos –que los ciudadanos no aceptan-, deuda externa o inflación. El gobierno gasta y solamente puede financiar sus gastos por medio de inflación, deuda externa e impuestos. Los tres implican mayor pobreza para la población. El impuesto inflacionario es el más perverso y el más engañoso. El gobierno, en vez de poner más impuestos, emite moneda, produce la inflación y los salarios reales bajan. Puede ser que nominalmente se mantengan, pero lo que se puede adquirir es menor. Es un impuesto engañoso. Ni que hablar de la deuda externa. El gobierno se endeuda y luego son los pueblos los que tienen que pagar esa deuda con más impuestos o más inflación. Es un círculo vicioso. Puede ser que alguna obra pública sea necesaria, pero entonces el gobierno tiene que ser honesto y decir, “vamos a gastar” porque políticamente necesitamos ese gasto.

Cuando los gobiernos van a gastar, los ciudadanos deben saber que ese es un gasto. Por eso los economistas de la escuela austriaca proponen un sistema de bajos impuestos indirectos suficientes para mantener un gobierno central eficiente pero pequeño y que los gastos en bienes públicos sean a nivel municipal para que haya control de gastos y no se dispense la moneda en gastos faraónicos. ¿Dónde van los impuestos que pagamos habitualmente a esos gobiernos omnipresentes que tenemos en América Latina? Van a algún lugar y no tenemos ningún control de los gastos respectivos. Y todo lo que se saca del bolsillo es para engordar la obra pública que son gastos y que podrían haber sido efectuados por la actividad privada si el gobierno no los hubiera efectuado. ¿De dónde salen los dineros para las grandes obras públicas faraónicas?

Salen de nuestro bolsillo. ¿De dónde sacamos entonces que la iniciativa privada pudo haberlas hecho? Los recursos que salen para hacerlos están en el sector privado. Y no es sólo en América Latina. ¿De dónde saca EEUU los millones de dólares necesarios para los enormes proyectos espaciales? Sale de los contribuyentes norteamericanos. Por lo tanto ellos pudieron haberlo hecho. ¿Por qué no lo hicieron? Tal vez porque el gobierno los convenció de que era el único que lo puede hacer. O porque el gobierno les impide hacerlo. Pero los recursos están siempre en el sector privado. Los gobiernos financian las obras con más impuestos o deuda que extraen del sector. Todo esto lo único que produce es que la capacidad del ahorro disminuya totalmente y aumente la escasez. La escasez siempre esta. No puedo sacar las cosas de la nada.

Es falso que un gobierno pueda eliminar la escasez. Es falso que un gobierno pueda decir: yo te voy a dar esto o aquello. ¿De dónde saca el gobierno esos recursos? Los saca necesariamente de la iniciativa privada. Y por lo tanto la capacidad de ahorro es menor. Y por lo tanto la pobreza es mayor. Hace unos años una persona me decía no es posible que tenga que pagar para pasar por una carretera. Que el gobierno debía pagar. La pregunta era ¿de dónde saca el gobierno los recursos para producir esa carretera? Los saca de la inflación al emitir dinero para construir esa carretera. Y eso me lo decía alguien que estaba viviendo la hiperinflación, proceso en el cual todos los sueldos perdían su poder adquisitivo rápidamente. Los que no habían tenido la previsibilidad de ahorrar en moneda extranjera quedaban en la más total indigencia. La gente no ahorra en moneda extranjera porque no sean patriotas. No ahorra en moneda extranjera porque no amen a su país. Ahorran en moneda extranjera porque la moneda nacional fue licuada de una manera perversa por el gobierno nacional. El que depositó sus ahorros, sus activos en moneda local perdía todo. Es como si el gobierno entrara en su casa de una manera violenta y robara como cualquier delincuente. Es verdad. Todo eso es lo que produce la pobreza y la miseria.

Por último, alguien me puede decir, con toda justicia, que el mercado no llega necesariamente a todos. Alguien me puede decir, ¿qué pasa con las personas que por razones personales especiales no tienen la capacidad para entrar al mercado y producir? Por supuesto que siempre habrá ayuda privada para esas personas, pero podría haber además otras ayudas. Pero Hayek decía, nunca espere ayuda de un gobierno federal faraónico que no sabe qué hacer con nuestro dinero. Lo que Hayek proponía era un principio de subsidiaridad a nivel estatal o municipal. Para Hayek era posible que el Municipio provea algún servicio público, pero siempre de manera no monopólica, sin recurrir a inflación, sin un impuesto progresivo a la renta, sin eliminar la actividad privada. Para Hayek, los gobiernos municipales podían ayudar porque había control de gastos y siempre que no eliminaran la actividad privada competitiva. Por lo tanto es falsa la dialéctica de que “mercado o nada”. Puede haber una acción municipal siempre que esa entidad sea controlada por aquellos que pagan sus impuestos y siempre que ese gobierno municipal tenga un alcalde que responda a las atribuciones específicamente delegadas por nosotros que somos los ciudadanos. Siempre que, claro, los gobiernos nacionales sean elegidos para custodiar la Constitución Nacional que es precisamente aquella que custodia los derechos individuales.

Los gobiernos nunca debieran ser nuestros dueños. Nosotros somos los dueños de los gobiernos. Los gobiernos son personas, son funcionarios con atribuciones específicamente delegadas por nosotros. Los gobiernos son personas, son iguales a nosotros. No son dioses. No saben más, ni tienen más capacidad por estar en el gobierno, al contrario, tienen dificultades por estar en el gobierno. No tienen poder para controlar nuestras vidas. Nuestras vidas son nuestras. Es difícil a veces asumirlo. Por eso, el pasaje bíblico “abandonarás a tu padre y a tu madre”, también debe implicar: abandonarás a tu gobierno, finalmente, no dependerás de él, asumirás tu vida y tu propiedad. Es un mensaje ético pero que tiene como resultado la eliminación de la pobreza.

Profesor de Filosofía con dedicación completa en la Universidad Austral, y con dedicación simple en la UCEMA. Profesor visitante de la Universidad Francisco Marroquín (UFM). Director Académico del Instituto Acton Argentina

Tomado de misescuba.org