TEÓFILO CABALLERO
América latina en los últimos años y fruto de la bonanza económica mundial que empezó aproximadamente por el año 2003 ha experimentado una importante mejoría en sus indicadores de desarrollo humano. Bolivia no ha estado al margen de esta bonanza económica que se ha manifestado en altos precios de las materias primas, principalmente los que provienen de los recursos extractivos; a lo largo de la historia dependió de los minerales y hoy goza de dos buenos contratos de provisión de gas Natural: a Brasil (fenece en 2019) y Argentina (fenece en 2027).
El PIB nominal se ha multiplicado por tres en los últimos 8 años y el ingreso per cápita se ha duplicado de $us. 1.200 a 2.400 el año pasado, las exportaciones totales subieron de $us. 2.810 millones en el 2005 y en el 2013 van a cerrar con aproximadamente $us. 12.500 millones. Todos estos indicadores macroeconómicos han mejorado los indicadores sociales los cuales han sido reconocidos por los organismos internacionales. Por ejemplo, CEPAL en su informe de 2011 señaló que la pobreza se redujo de 62.4% en 2001 a 42.4% en 2011; la pobreza extrema cayó de 39% a 20% en el mismo periodo de tiempo, sin embargo, existen 2.3 millones sumidos en la pobreza extrema aunque hay mas de 1.2 millones de personas que salieron de esta condición y han pasado a ser parte de la clase media.
Efectivamente, a comienzos del año 2013 el PNUD presentó su Informe Nacional de Desarrollo Humano señalando que "El estrato medio en Bolivia se ha ampliado en términos de porcentaje de la población, como en números absolutos: Estamos hablando que de 2,4 millones personas (y) ahora 3,6 millones que pertenecen al estrato medio que básicamente son personas que viven por arriba de la línea de pobreza, pero no son ricos". Esta mejora de carácter social ha hecho que el PNUD ubique a Bolivia entre países con Desarrollo Humano Medio junto a El Salvador, Paraguay, Honduras, Nicaragua y Guatemala.
Sin duda que esta mejora de carácter social ha permitido que aumente la demanda efectiva interna. Por ejemplo, el consumo de los hogares en el 2012 tuvo una incidencia de 3.3% en el crecimiento económico seguido muy de lejos por las exportaciones netas de 1.5% de incidencia y 0.5% del consumo de la Administración Pública entre los más importantes. Es necesario recordar que el crecimiento de la economía boliviana en el 2012 fue de 5.2% y para el 2013 bordea aproximadamente el 6.5% según información divulgada por el Poder Ejecutivo.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Hay desafíos que enfrentar y entre ellos está la inflación y la producción de alimentos. En 2013 el gobierno había establecido como meta una inflación anual de 4.5%. Hasta el mes de noviembre la misma ha alcanzado el 6.4%, o sea se ha sobrepasado la proyección. La emisión monetaria ha crecido vertiginosamente de nada menos que Bs. 3.524 millones en 2003 a Bs. 35.450 millones hasta mediados de diciembre de 2013. Mucho dinero en la economía y un estancamiento en la producción de alimentos.
La Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO) en su informe anual sobre el Desempeño del Sector Agropecuario en el departamento de Santa Cruz, que es el que provee el 70% de los alimentos que consumen los bolivianos, muestra que el sector en vez de crecer, se ha contraído en superficie cultivada en 4.703 hectáreas (0.3%) en comparación al 2012, mientras que en el volumen de producción se registró una reducción de 1.2 millones de toneladas métricas, (8.7%) respecto a la gestión pasada.
El otro gran desafío que plantea el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA) es que ese crecimiento de la clase media en Bolivia que afirma el PNUD, si no llega a tener ingresos estables y al existir cambios en la economía nacional, otra vez los convertirá en pobres. CEDLA señala que en Bolivia hay más trabajo, pero el mismo es informal y precario.
Concluimos con esta interrogante ¿Hasta qué punto el aumento de la demanda interna es sostenible en un país que ayer vivía de la exportación de minerales y hoy vive de la exportación de gas?.