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HUGO SILES 

Érase una vez que un atribulado Rey de los Andes, con una mano en la sien, mandó llamar a Melquiades, economista de larga y plateada cabellera y experto en el sutil arte de calcular menjunjes y pócimas económicas.
El Rey interpeló al economista: ¿por qué suben los precios en Los Andes? A octubre, a 12 meses, la inflación acumulada alcanzaba a 7,5%. Melquiades observó en el fondo de su caldero mágico, mientras lo removía con su varita, que la preocupación del Rey tenía, al menos, tres causas: 1) estructurales, 2) coyunturales y 3) fiscales.

A nivel estructural, en los últimos 10 años, la economía de Los Andes se había multiplicado por tres. Pasó de cerca de 9.000 millones de dólares a 28.000 millones; el ingreso per cápita se multiplicó de mil a 3.000 dólares. Un afamado banco internacional decía al respecto que el 50% de la población estaba pasando de la clase pobre a la clase media (movilidad social).

Esto significaba que aumentó la demanda de bienes y servicios. Sin embargo, la oferta de bienes no creció en la misma magnitud. Por ejemplo, en los últimos 30 años la producción industrial manufacturera seguía en 16% de la riqueza del país; el 60% de las fábricas estaba trabajando entre dos a tres turnos; la capacidad instalada de las fábricas llegaba al 80%. "Estamos en virtual pleno empleo en la producción industrial y no hay mayor inversión para expandir la oferta”, dijo Melquiades.
Descifrando un raro cálculo matemático, el plateado dijo que la inflación era la expresión de un problema estructural de insuficiencia de oferta ante la expansión de la demanda agregada. En los últimos años, la inversión pública llegó a superar al 50% del total, en cambio que la inversión extranjera estaba en 25% y la inversión privada nacional estaba en otro 25%. Existía un problema de falta de inversión productiva.

¿Por qué no crece la inversión productiva?, atinó a decir el Rey de Los Andes, recostado sobre su diván imperial.
"Para incrementar la inversión se debe superar los problemas de inseguridad jurídica y económica, tramitología estatal, falta de financiamiento productivo, lucha contra el contrabando y la informalidad, mayor educación, ciencia y tecnología, apertura de mercados internos y externos, aprobar la ley de inversiones, crear infraestructura productiva. El clima de negocios para invertir es de 5,5 sobre 10, es decir, hay incertidumbre para la inversión. Debemos dar confianza al inversionista para curar la inflación”, dijo Melquiades.
La segunda causa de la inflación era coyuntural. La economía de la coca estaba inyectando abundantes recursos a la economía y, por otra parte, había una sustitución de cultivos agrícolas por coca. Existían cerca de 20.000 hectáreas de coca, cuando lo que se estimaba necesario eran 14.000 hectáreas.

La formalización de la economía estaba incrementando los precios. En los últimos 21 meses, el registro de empresas en Fundempresa creció 100%, se aprobaron nuevas disposiciones tributarias y bancarias y aquello significaba que el comerciante debía gravar estos costos al precio final de venta de los productos.
Las remesas permanecían en mil millones de dólares al año. Las heladas generaban escasez y aumento de precios de los productos agrícolas. Había inflación importada. Y, en esa coyuntura, los especuladores hacían su agosto para obrar en sentido de las expectativas inflacionarias.

La tercera causa de la inflación era fiscal. Melquiades dijo: "tu reino está inyectando abundante dinero a la economía a través de créditos a empresas públicas, inversión pública (que en 2012 llegó a 2.800 millones de dólares) y de una política expansiva social de bonos, de cerca de 450 millones de dólares anual, etcétera. Si existe abundante liquidez, entonces los precios tienden a subir”.
Afortunadamente -agregó el plateado- los Chuquiago Boys del Banco Central de Los Andes elevan sus plegarias monetarias a Friedman y sacan y sacan liquidez de la piscina, mediante operaciones de mercado abierto, incremento del encaje legal para moneda extranjera, incremento de tasas de interés, etcétera

A su vez, la mayoría de las políticas públicas apunta a reducir la inflación: subvención a la harina, gasolina, energía eléctrica, tipo de cambio fijo, restricción a las exportaciones, control y regulación de precios, ventas de Emapa, etcétera. Pero éstas son medidas paliativas, puesto que la verdadera cura de la inflación es mayor inversión y producción. "El problema de la inflación es real y no monetario”, terminó Melquiades.

Economista y comunicador social.

Tomado de paginasiete.bo