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FERNANDO MOLINA

Una situación muy argentina: esta semana el Gobierno vendió dólares para evitar que la divisa que se transa en las calles, que en Argentina no se llama ‘black’ sino ‘blue’, trepe más allá de los ocho pesos (el viernes 10 de mayo había llegado a 10 pesos). Pero lo ha hecho de forma ‘secreta’, porque sus propias disposiciones prohíben la venta interna de dólares excepto para cubrir necesidades específicamente determinadas. Estas disposiciones, conocidas con el rótulo de ‘cepo cambiario’, no se cumplen, claro, porque de lo contrario no habría un mercado blue. Ni siquiera el Gobierno puede cumplirlas.

¿Por qué hay un cepo cambiario? Porque el nivel de las reservas internacionales no ha dejado de bajar y ahora está en el punto inferior desde la crisis de 2008: $us 40.000 millones. Bolivia, que es 20 veces más pequeña que Argentina, tiene sin embargo la mitad de sus reservas. ¿Por qué caen las reservas? Porque Argentina gasta sus divisas en importar parte de la energía que consume (entre otros países, de Bolivia). También porque ha reducido enormemente su deuda externa, que en 2001, cuando el país tuvo que entrar en default por falta de medios para pagarla, era del 160% y ahora es de apenas el 35% del PIB.

Porque, pese a esta ‘ligereza’, el mencionado default y la ulterior quita que se hizo a los acreedores sacaron al país de los mercados internacionales de crédito. Porque, dada la alta inflación (de alrededor del 25%), los ciudadanos se refugian en el dólar, ya sea para fugar o ahorrar capitales. Porque, al mismo tiempo, el Gobierno no puede devaluar, ya que esto alimentaría la inflación.

¿Qué ha logrado el cepo cambiario? Ha creado el mercado blue, donde se transa dólares a ocho y más pesos, mientras el tipo de cambio oficial es de algo más de cinco pesos. Ha producido una devaluación de facto, que abarata los productos argentinos para los que llegan al país austral con dólares, convocando al ‘turismo de shopping’. Ha desprovisto al mercado de importaciones (esto solo es posible en un país con la diversificación industrial y alimentaria que tiene Argentina). Ha impulsado la fuga y el acaparamiento clandestinos de capitales, pues la expectativa de la población es nítida: la devaluación y la inflación seguirán.

Ha detenido las inversiones extranjeras, ya que está prohibido que las empresas multinacionales saquen sus ganancias al extranjero. Esto, a su vez, está restando reservas internacionales al país. En suma, ha desordenado la economía, como hacen siempre las intervenciones de tipo policial en los mercados. Sin embargo, sin acceso al financiamiento internacional, las alternativas para el país son dramáticamente escasas

Periodista