CARLOS MIRANDA
La industria petrolera frecuentemente utiliza breves frases para describir importantes temas. Una de ellas gas is market driven indicando que el desarrollo de la industria gasífera se rige por los mercados. A eso debemos añadir que lo anterior sucede, si en el país en cuestión existe un ambiente de confianza y condiciones geopolíticas propicias.
Si lo anterior está presente, se desarrolla un proceso exploratorio de búsqueda y descubrimiento de reservas, negociaciones de venta que determinan calendarios y volúmenes de entrega, la construcción de los medios de transporte y el acuerdo en fórmulas de precios y modalidades de pago. El proceso se completa con la firma de los respectivos contratos. Todo toma unos seis a diez años de tiempo.
En nuestro caso, la venta de gas al Brasil se inicio el 1972 y culminó el 1999 con el inicio de la exportación, coincidiendo con un giro de fortuna económica, el inició, una escalada de precios de hidrocarburos. Los calendarios de entrega se cumplieron meticulosamente, para el 2004 se alcanzo la máxima exportación contractual, 30 MMm3/d.
En mayo de 2005 se promulgó la actual Ley de Hidrocarburos Nº 3058, mediante la cual se subió la tributación del sector, destinando el 50% de los ingresos al Tesoro General de la Nación.
El crecimiento de ingresos por exportar gas estuvo acompañado por la elevación de precios internacionales del resto de nuestras exportaciones (minerales y productos agrícolas). El resultado final es la bonanza económica que está viviendo el país con el gas como actor principal.
Lamentablemente, parece que el actual Gobierno no alcanza a comprender la secuencia exploración a comercialización. En los niveles oficiales se insiste que el bienestar económico del país es fruto de la llamada nacionalización de hidrocarburos de mayo de 2006. Eso no es correcto. Los precios estaban de subida y el nuevo sistema impositivo ya estaba vigente aprovechando la escalada de precios. También cumpliendo la Ley 3058, se renegociaron los contratos y se logró una participación de YPFB en las utilidades de las empresas.
En resumen, utilizando cifras oficiales, desde el 2005 hasta el 2012, el Estado ha percibido 16.145 millones de dólares sólo por la exportación de gas.
En palabras simples, la bonanza es una herencia. El Gobierno actual no ha intervenido en su gestación, por la sencilla razón de que todas las medidas importantes y contratos estaban en marcha antes que los actuales gobernantes asuman el poder. Una buena herencia no se critica ni se la denosta, pero su utilización crea la responsabilidad de su buen uso y prever su terminación.
La duración de los contratos de exportación, fuente de ingresos, y la duración de las reservas de gas están marcando el período en el cual se debería llegar a sentar bases para una transformación económico social.
El comportamiento de nuevo rico con compras dispendiosas, congresos mundiales y distribución de bonos y otras gabelas, debe terminar. El tiempo se nos está terminando. El 2019 concluye el contrato de exportación al Brasil. Con los compromisos de venta a la Argentina y el consumo interno, las reservas alcanzan ajustadamente hasta el 2022. Estamos con tiempo corto para lograr otro periodo de descubrimiento de reservas, siendo indispensables tener nuevas leyes de hidrocarburos y de inversión. Las actuales no son las adecuadas. La prueba es que no han logrado movilizar inversiones y descubrir reservas nuevas en los últimos siete años.
En las condiciones actuales, no se le puede exigir a YPFB el descubrimiento de nuevos campos. Estructurar equipos humanos de exploración toma tiempo. Además los proyectos posibles están ahora fuera del área tradicional de trabajo. Necesitamos inversión petrolera extranjera estatal y/o privada, porque ella trae alta tecnología y manejo gerencial adecuado. Los precios internacionales permitirían lograr arreglos convenientes.
Si se produjera un descenso importante en los precios de los hidrocarburos, como algunas predicciones vaticinan, se nos habrá acabado el tiempo.
Sea como fuere, no se debe olvidar que la historia será implacable al reconocer que estos años excepcionales han constituido uno de los pocos periodos para lograr cambios económico-sociales importantes en el país.
Carlos Miranda Pacheco es ingeniero.
Tomado de paginasiete.bo