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Pintura de Kandinsky

Para que los lectores puedan apreciar mejor la naturaleza del lenguaje poético, es decir, el lenguaje que los poetas usan para comunicar sus ideas, he escrito y puesto juntos dos textos: uno en prosa común (como un breve artículo de opinión) y el otro escrito en verso, esto es, en la forma de un poema. De su lectura podrán advertir claramente que en ambos casos el tema es el mismo (la realidad política nacional) si bien en uno el asunto se expone de una forma explícita y racional y en el otro se utilizan tanto metáforas como otras herramientas de la retórica literaria. Pero lo determinante es que en ambos casos el pensamiento y las ideas son las mismas, aunque expresadas de manera diferente.

En el caso del poema, el discurso es sintético, esto es, tiende a comprimir en pocas palabras un abanico variado de ideas (las mismas que desarrollo en el artículo de opinión).
En el artículo de opinión por el contrario, no se usa ninguna retórica, ninguna metáfora, no se comprime nada (mas bien se extiende en la explicación lo más posible) porque es un discurso rigurosamente lógico, explícito, tal y como lo requiere la forma de la prosa periodística.

Ahora bien, aunque el poema no es puntual (noten esto por favor) y parece por ello mas diluido intelectualmente, no es así, porque al final es capaz de producir el mismo efecto, es decir, logra que se entienda el fondo y el sentido del mensaje con igual éxito que el del artículo escrito en prosa. Y esto también porque el lenguaje metafórico es como los fuegos artificiales que tanto nos gustan a grandes y chicos, unas pocas palabras son capaces de liberar una infinidad de ideas y de sentidos expresivos.

Es en eso entonces que consiste la magia de la poesía, no sólo es un “lenguaje de fantasía o de florida expresión”, sino que esencialmente puede ser absoluto, esto es, puede "tener un sentido completo por sí mismo", aún y cuando no desarrolle un discurso abundante en palabras. (El editor)

Artículo de opinión

Nadie puede negar que el partido del MAS llegó al poder por elecciones democráticas, es decir, por voluntad de la mayoría del pueblo boliviano, si bien antes éstos se habían encargado de desestabilizar a un par de gobiernos constitucionales para limpiar su camino al poder.

¿Qué hicieron los nuevos gobernantes una vez en el Poder? Se dieron a la tarea de destruir el sistema republicano, es decir, devaluar mediante el artifico del cambio constitucional los valores democráticos (derecho individual, sistema de garantías de la propiedad y la libertad, etc.) así como el sistema de separación de poderes, que tiene un diseño de pesos y contrapesos que sirve para el autocontrol del mismo mediante la técnica de los tres poderes que lo definen (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) a los fines de evitar que una sola persona o un solo grupo concentre un poder ilimitado. Es claro entonces que con ello le usurparon al pueblo boliviano las garantías de su libertad y el poder de someter al Estado a la obediencia de la ley democrática. 

¿Qué más hicieron con el cambio constitucional? Cambiaron la propia filosofía constitucional, porque la anterior era republicana y respondía a la filosofía liberal, que pone a la persona (y no al colectivo o sociedad) como la razón de ser del Estado. Es decir, en la filosofía democrática republicana, el Estado tiene la obligación de respetar incondicionalmente la libertad y la propiedad de las personas, en vez de poner al pueblo o a la sociedad por delante de los derechos de las personas, y enseguida pasar a meter a la gente a la cárcel o a disponer arbitrariamente de su propiedad, a título de traición o ataque a los “intereses populares”.

La actual constitución tiene entonces una filosofía diferente a la anterior. Ahora las leyes miran, más que los derechos de las personas como tales, “los altos intereses de la patria o del pueblo”. Y para que tal filosofía pueda gestionarse eficientemente (así nos han dicho) las normas constitucionales hoy dan mucho más poder político a las autoridades del gobierno, que son las únicas que saben interpretar el interés del pueblo o la sociedad. ¿Qué tal eso? 

¿En qué ha derivado la concentración de poder en el gobierno? En que ha cooptado sin reparo alguno infinidad de instituciones democráticas poniendo en riesgo la imparcialidad y eficiencia de las mismas. Un ejemplo, la Corte Electoral, que hoy inspira enorme desconfianza. Otro, el Ministerio Público, que acepta sumisamente las directrices del gobierno central y persigue y mete a la cárcel a quienes cometen el pecado de enfrentarse con él. Nada digamos del Poder Judical, que no da ahora ninguna garantía de aplicación imparcial de la ley, con lo que hasta la vida económica se lastima seriamente. 

La concentración de poder ha derivado también en que las libertades de trabajo y de comercio que los ciudadanos disfrutan en una democracia republicana, han sido abatidas con prohibiciones e interferencias directas en la economía nacional. Hoy hay que pedir permiso para exportar y hasta para poner los precios a los productos (menos los contrabandistas por supuesto).

Las empresas agrícolas tampoco pueden crecer ni desarrollarse sanamente porque se ciernen sobre ellas no sólo los nocivos controles de precios, también los avasallamientos arbitrarios que derivan en el robo de sus activos y el saqueo de su producción, y nadie es sancionado por ello. Los fondos privados de pensiones (llenos de dineros aportados por los trabajadores) han perdido su independencia administrativa y sólo Dios sabe como se gestionarán en el futuro. La disidencia política es también motivo de castigo o de cárcel, algo que no pasa ni remotamente en ninguna democracia republicana del mundo.

En síntesis, en un sistema político autoritario como el que se quiere imponer en nuestro país, la paz, la seguridad y la libertad de las personas, lo mismo que el crecimiento y el desarrollo de la economía, es una quimera, porque sólo en un régimen de libertades y derechos democráticos son posibles tales cosas.


Poema

En nuestro país
alegremente y sin pensar mucho

(!siempre hay que pensar mucho
si vamos a entregar mucho!)

les hemos entregado
a unos hombres sin cabeza
las decisiones importantes sobre nuestras vidas

casi la suerte de nuestro futuro


Lo hicimos porque nos dijeron

con una voz encantadora
que traían en sus maletas 
las claves de la felicidad y la justicia

y como ya era tiempo
que esperábamos tal buena nueva
los recibimos con amor y hospitalidad

Gente de bien nosotros

no sólo les dimos hospitalidad
también les dimos las llaves de la casa
sin pensar sin embargo en guardar copias
por si acaso por algún accidente fortuito

las puertas se trancaran

Han pasado ya varios años de eso
y después de haberlos aplaudido a rabiar
de haber consentido sus palabras
y de haberlos paseado en nuestros hombros

empezamos a darnos cuenta 
que el horizonte que nos ofrecieron
se parece más a un despeñadero

empezamos a darnos cuenta
que la música que salía de sus palabras
se parece cada día más 
a las órdenes de los carceleros

a darnos cuenta también
que las puertas de nuestra casa se han cerrado para nosotros
y que no podemos entrar en ella
a disfrutar como antes
del calor y la seguridad que nos brindaba
de la comodidad que nos regalaba

Y por más que miramos y miramos
por más que pensamos y pensamos
no encontramos la forma de recobrar nuestra casa

y los que eran antes nuestros amigos
hoy nos dicen con una sonrisa burlona
que no quieren darnos las llaves  
(aquellas que les dimos con amor)

porque los menores dicen
no tienen la responsabilidad

de cargar las llaves de la casa!.