
VANESSA VALLEJO
Cada vez se extiende más en hispanoamérica la leyenda negra de la conquista española. Cada año, el 12 de octubre -día en el que Cristóbal Colón descubrió América-, la ignorancia sube la voz y los militantes izquierdistas aprovechan para hacer propaganda a su indigenismo. “Vinieron a robarnos y a matarnos”, es la idea básica detrás de las consignas anti españolas.
Quien insulta a los españoles no solo desconoce que los conquistadores fueron verdaderos libertadores que nos salvaron de prácticas aterradoras como la antropofagia, sino que insulta a sus ancestros. Tenemos herencia española e indígena, mucho más lo primero que lo segundo. Quienes emiten alaridos en contra de la madre patria en realidad se insultan a sí mismos, todo lo que somos los hispanoamericanos es herencia española.
El 12 de octubre es un día maravilloso para recordar lo que era América antes de la llegada de Colón y lo que lograron los españoles en las nuevas Españas. Porque no éramos de España, éramos España.
LUIS CHRISTIAN RIVAS
Durante la vida de Adela Zamudio (1854-1928) las ideas que gobernaban el ámbito intelectual y político correspondían al positivismo y liberalismo político. Las ideas del progreso, industrialización, conocimiento científico, educación, etc., servían para curar las heridas de una sociedad que había perdido el acceso al océano pacífico.
Adela Zamudio participó activamente en las discusiones y críticas de una sociedad conservadora, religiosa y semifeudal donde la mujer tenía pocas opciones laborales, sino dos caminos para involucrarse en el medio social: el matrimonio o el convento. Zamudio critica este esquema impuesto por una moral religiosa y se burla de esa postura en “¿Quo Vadis?” y propone la educación secular de las mujeres con el derecho del voto como una libertad política mediante su manifiesto poético: “Nacer Hombre”, estas ideas fluyen como agua limpia y purificadora, pero al mismo tiempo son un programa político para liberalizar la sociedad.
MARIO VARGAS LLOSA
MADRID.- Sincronizado con la inauguración de la Tercera Bienal y el Premio de Novela que lleva mi nombre en Guadalajara (México), el 27 de mayo de 2019 circuló por España y América Latina un manifiesto firmado por más de un centenar de escritores acusándonos de "machistas" por el escaso número de escritoras invitadas a participar en el certamen.
El texto falseaba algunos números. Decía que en los "paneles" participarían trece hombres y solo tres mujeres. En realidad, fueron siete las participantes y su desempeño, excelente, a juzgar por los aplausos que merecieron de los novecientos estudiantes de casi todo México invitados a asistir a la Bienal por la Feria del Libro de Guadalajara (a la que aprovecho para agradecer lo bien que organizó el evento). El manifiesto, por otra parte, silenciaba el hecho de que ocho escritoras, que habían sido invitadas, se excusaron por diversas razones; su presencia hubiera contribuido sin duda a hacer más proporcionada la presencia femenina en la Bienal. Y es más bien extraordinario que tres de las invitadas que no pudieron asistir aparecieran firmando el manifiesto que nos acusaba de "discriminar" e "invisibilizar" (sic) a las mujeres.
Mario Vargas Llosa
Conocí a Amos Oz en noviembre de 1976, en mi primer viaje a Israel. Fui a visitarlo en el kibutz Hulda, donde estaba desde los 14 años. (Su madre se había suicidado dos años antes). Su primera novela, de título intraducible en español (Quizás en otro lugar sería lo más aproximado), había provocado una gran controversia en su país porque en ella hacía un minucioso análisis de la vida en esos pequeños recintos idealistas —los kibutz— que perseguían, como dijo irónicamente años más tarde, “crear gentes buenas y sanas, sin sospechar siquiera que los seres humanos no somos ni buenos ni sanos”.
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