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medio ambienteEDITORIAL EL DÍA

De acuerdo a los balances más recientes, el fuego ha acabado con más de un millón de hectáreas de bosques en más de una decena de municipios de las provincias Chiquitos, Germán Bush, Ángel Sandóval, Velasco y Cordillera de Santa Cruz, donde el trabajo de mitigación de las llamas podría tomar varios días o tal vez semanas. No existen registros de un desastre más devastador en el país y pese a ello el Gobierno se niega en decretar medidas excepcionales que permitan un ataque más enérgico, con el auxilio de la cooperación internacional.

El Gobierno opta por la jactancia, los anuncios grandilocuentes y también por echarle la culpa a factores externos, evitando asumir la gran parte de la culpa que tiene por haber autorizado extensos desmontes tanto en Beni como en Santa Cruz, donde el método del chaqueo que usan los colonos ha desatado este infierno que consume un enorme patrimonio natural, único en el mundo.

De acuerdo a los cálculos que hacen los ecologistas, tomará más de 200 años la recuperación de la flora y fauna que ha caído bajo las llamas y apagar el fuego sólo es el principio del trabajo que debe encarar el gobierno, las sociedad civil, los productores y todos los actores que puedan estar comprometidos con la restauración.

La primera determinación tiene que ver con una pausa ecológica que evite mayores daños en la zona, que proteja lo que ha quedado y que ayude a la recuperación de los bosques destruidos. Mantener la política de la expansión irracional de la frontera agropecuaria, insistir en la dotación de tierras sin ningún criterio ambiental y usar el suelo con la misma arbitrariedad, no hará otra cosa que empeorar las cosas y muy pronto tendremos la zona desértica más grande del país, donde no se podrá cultivar ni siquiera una planta de coca, por citar lo único que parece interesarle a este régimen que desprecia todas las leyes, incluidas las de la naturaleza.

Precisamente la naturaleza acaba de darnos la más dura lección y sería descabellado no aprender de ella.

No sólo estamos hablando de un inmenso pulmón verde que está a punto de perderse definitivamente, sino también un patrimonio productivo responsable de la supervivencia de miles de bolivianos, especialmente los que viven en el occidente del país que se aprovisionan de lo que se cultiva en el oriente-

Y cuando hablamos de amenaza, no sólo nos referimos a la Chiquitania, sino a todas las reservas, los parques y grandes extensiones territoriales que el Gobierno ha puesto a expensas de los cocaleros y numerosos sectores que están talando y destruyendo sin ningún criterio ni discriminación. Eso ocurre en todas direcciones, en varios departamentos y cada espacio donde el régimen ha puesto el ojo para su expansión colonialista bajo una visión desarrollista absolutamente criminal y cavernaria.

Mantener la política de la expansión irracional de la frontera agropecuaria, insistir en la dotación de tierras sin ningún criterio ambiental y usar el suelo con la misma arbitrariedad, no hará otra cosa que empeorar las cosas y muy pronto tendremos la zona desértica más grande del país

Tomado de eldia.com.bo