CARLOS SALAZAR
Uno de los ataques más comunes al capitalismo es su supuesto carácter imperialista. Tanto es así que los actuales líderes de la izquierda latinoamericana utilizan estas dos palabras (capitalismo e imperialismo) de manera sinonímica. Así es como al enemigo de Cristina Fernández, del fallecido coronel Hugo Chávez y de su sucesor Nicolás Maduro, se le conoce como “Imperialismo”, es decir, al capitalismo de libre mercado. Probablemente el primero que realizó esta asociación fué Lenin, quien en su texto El Imperialismo, Fase Superior del Capitalismo escribe:,
“El capitalismo se ha transformado en un sistema universal de sojuzgamiento colonial y de estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta por un puñado de paises “adelantados”. El reparto de este botín se efectúa entre dos o tres potencias rapaces y armadas hasta los dientes (Norteamérica, Inglaterra, y el Japón) que dominan en el mundo y arrastran a su guerra, por el reparto de su botín, a todo el planeta.”
Para Lenin el capitalismo era el sistema que mantuvo el control de las grandes potencias coloniales sobre sus territorios conquistados y ha sido la causa de de la pobreza mundial (“estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta” en sus palabras). Veamos si esto es realmente cierto. En primer lugar, es necesario distinguir entre lo que defendemos, el capitalismo de libre mercado o laissez-faire, y lo que realmente produce daño, el colonialismo.
Ciertamente que los sistemas coloniales se fundaban en ciertas formas de capitalismo (al igual que la Unión Soviética, por cierto), no obstante no estaban fundados en libre mercado, sino en sistemas de explotación mercantilista. Juzgue usted: ¿es capitalismo de libre mercado, llegar con tropas militares armadas a un territorio y forzar a la población a producir y entregar riquezas a la potencia imperialista? La respuesta lógica sería que no. No hay nada de libre mercado en dicha descripción, sino todo lo contrario, los sistemas coloniales se fundaban en la coerción estatal, las empresas que aprovecharon la situación eran “privilegiadas” por las respectivas coronas o gobiernos, sus derechos de explotación y comercio les eran “otorgados”. El mercantilismo o “corporativismo colonial” era el sistema predominante y no el libre mercado.
En un sistema de capitalismo de libre mercado, los bienes son intercambiados voluntariamente, basádonse en la valoración subjetiva que los actores le otorgan a la obtención del respectivo objeto en relación con aquello que deben entregar a cambio. Ergo, lo que hubiese ocurrido bajo este supuesto es que en lugar de someter por la fuerza militar a los nativos, se hubiese abierto un canal de intercambio y comercio entre los exploradores y los habitantes del territorio. Los nativos se habrían beneficiado de aquellas innovaciones extranjeras al tiempo que los exploradores hubiesen obtenido los recursos buscados sin necesidad de gastar en armamento ni tropas, si es que se hubiesen aplicado las reglas del mercado. Creo que lo más parecido a esto, en la historia reciente, ha sido la apertura del Japón al comercio durante el siglo XIX.
Naturalmente, hubo coerción por parte de las fuerzas navales de EEUU, por lo que no sería un ejemplo perfecto. Aún así es un buen caso de como la apertura al comercio benefició tanto a EEUU como Japón, este último saltó de la etapa feudal al industrialismo en un sorprendente ejemplo de desarrollo.
El capitalismo liberal es en esencia una condición necesaria, si bien no suficiente, para tener una sociedad democrática y libre. A nivel global, el libre intercambio entre individuos y empresas de diversas naciones aseguran la armoniosa convivencia, cooperación y paz entre los pueblos. Los alemanes y franceses que protagonizaron como enemigos los horrores de dos guerras mundiales, ahora conviven en paz y cooperación gracias a la libre circulación del comercio entre ambas naciones.
A pesar de esto, el supuesto motor del capitalismo global, el imperialismo yankee (o yanqui), ha sido responsable de terribles guerras tales como las guerras del Golfo y Afganistán. Todo para “satisfacer el codicioso interés de los capitalistas del petroleo”. Respecto a esto, cabe decir que nuevamente podemos ver un caso típico de corporativismo: empresas privilegiadas por la acción del gobierno federal que obtienen las concesiones del petróleo en las regiones invadidas. Cabe decir que estas políticas fueron impulsadas por los llamados “neo-conservadores” y no guardan ninguna relación con las ideas libertarias ni con los paleo-conservadores (lo que en Europa y en Chile llamaríamos “liberales”).
En consecuencia, las acusaciones que se le hacen al capitalismo de laissez-faire no son más que distorsiones basadas en caricaturas de lo que el liberalismo clásico plantea.
Se acusa a los capitalistas de ser la causa de la miseria en África. Pero veamos el caso de Botswana. Este país, desde que se independizó, tuvo el más alto índice de crecimiento económico promedio del mundo entre 1966 y 1999. Siendo un pais extractor de diamantes, la economía de Botswana se ha mantenido estable y próspera gracias a políticas de gasto público prudentes y a la baja corrupción (siendo el menos corrupto de África según Transparency International).
En Botswana no existen grandes uniones sindicales que ejerzan presión sobre los productores, y los sindicatos representan una minoría de los trabajadores de Botswana. Gracias a la apertura al comercio y la inversión extranjera se han logrado grandes avances tales como la diversificación de la economía apartándose del sector minero hacia el financiero e industrial. El trabajo infantil se eliminó y los estándares de vida son comparables a los de Turquía y México.
Naturalmente no es un país perfecto, pero siendo una nación africana, es un ejemplo a seguir. Basta con mirar a los vecinos como Zimbawe, donde el tristemente famoso Robert Mugabe destruyó la economía con sus políticas socialistas. Mugabe además de ser un racista y homófobo, le regaló a su pueblo la segunda más alta hiperinflación monetaria en los últimos tiempos. Pasa algo parecido si miramos la Uganda de Idi Amin y los tantos otros regímenes populistas y estatistas que han llevado la miseria a los pueblos de África. Juzgue usted nuevamente: ¿es esto obra del capitalismo?
June Arunga, abogada y emprendedora de Kenia escribe en su ensayo Capitalismo Global y Justicia,
“Nuestra prosperidad como africanos no vendrá de la ayuda externa ni del dinero facil [...] Lo que necesitamos es un capitalismo de libre mercado que nos dé espacio para realizar nuestro potencial [...] En África tenemos muchísimo capital pero en su mayor parte no podemos utilizarlo para mejorar nuestra vida. Está “muerto. Necesitamos mejorar nuestros derechos de propiedad para convertir nuestro abundante capital en “capital vivo”, que genera vida. Necesitamos propiedad, es decir, necesitamos que se respeten nuestros derechos. Necesitamos igualdad ante la ley. Necesitamos capitalismo de libre mercado.”
Por último, podemos preguntarnos quién ha sido más imperialista: la sociedad capitalista de Hong Kong, cuya extensión es a lo máximo la de una ciudad, o el antiguo bloque Soviético donde la política, el idioma y las costumbres rusas se impusieron, a punta de bayoneta, sobre una decena de países europeos y asiáticos.
Tomado de ciudadliberal.cl